Promesas por cuestión de gustos
El futuro alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido (PP), se ve obligado a matizar su intención de cambiar farolas y bancos y eliminar la calle Pilar Bardem
El futuro alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido (PP), ya ha experimentado las dificultades de impulsar acciones de gobierno sin herir sensibilidades. Después de cuatro años de implacable crítica desde la oposición al equipo municipal del PSOE e IU, le han bastado tres días para comprobar que cada palabra pronunciada desde el poder es observada con lupa. La primera polémica vivida por el futuro regidor ha venido del anuncio de intentar que el vuelco que ha dado el mapa político de Sevilla en la última semana se note también en la estética de la ciudad.
La idea, hecha pública el miércoles durante una entrevista en una televisión local, consiste en sustituir algunas de las farolas y bancos instalados en los últimos años en algunas zonas del centro que, a juicio del futuro alcalde, son demasiado modernas para el casco histórico. El mobiliario que se quiere cambiar son 16 farolas ubicadas en tres plazas (Alfalfa, Pan y Pescadería) a las que popularmente se conoce como farolas ducha por la forma alargada y rectangular de su luminaria; y varios bancos cuyo diseño recto mezclando madera y metal ha llevado a que se les llame popularmente bancos ikea.
Según Zoido, no solo él sino “gran parte de los sevillanos”, creen que este mobiliario desentona demasiado con los edificios históricos del centro. Las farolas y los bancos que ahora se quieren retirar se instalaron en 2007 y generaron críticas al principio desde algunos sectores. Sin embargo, ni en los últimos meses de oposición del PP ni durante la campaña electoral ha surgido ninguna queja que haya obligado a los populares a prometer el cambio de mobiliario.
Pero el alcalde electo anda estos días exultante y pleno de confianza después de conseguir devolver al PP la alcaldía de uno de los feudos más preciados del PSOE y hacerlo además con una holgada mayoría absoluta (20 concejales de los 33 del pleno). Con todo, ya se ha visto obligado a matizar la medida propuesta, sobre todo porque el futuro alcalde construyó buena parte de su campaña sobre una promesa de austeridad frente al “despilfarro” que, en su opinión, ha caracterizado los mandatos de PSOE e IU.
El gobierno municipal en funciones ha cifrado en alrededor de 400.000 euros el coste del mobiliario que se quiere sustituir. Y, para evitar que crezca el incendio, el equipo de Zoido ha matizado que el cambio solo se hará “si existe disponibilidad presupuestaria” y que la renovación estética es una prioridad para el futuro gobierno. Además, sostienen que las farolas y los bancos se irán sustituyendo “gradualmente”, a medida que se vayan deteriorando y, una vez arreglados, pueden ser reutilizados en otras zonas en la que el choque estético sea menor. “Ni es la primera medida que anuncia, ni es una prioridad, ni está claro que se vaya a hacer seguro”, advierte un portavoz del futuro alcalde.
Cree que el mobiliario urbano desentona con los edificios históricos del centro
No es el único charco del que ha tenido que salir el equipo de Zoido a raíz de promesas poselectorales que no estaban recogidas en su programa. También ha sorprendido el anuncio de que el futuro alcalde no descarta cambiar el nombre de la calle Pilar Bardem, que sustituyó al de General Merry, eliminado del callejero en cumplimiento de la ley de memoria histórica.
La calle Pilar Bardem está ubicada en una de las zonas nobles del casco urbano y la decisión de concedérsela a la actriz, nacida circunstancialmente en gustó a los sectores más conservadores de la ciudad, que entendieron que el PSOE e IU habían escogido precisamente a Bardem, un rostro habitual del activismo de izquierdas, como un “insulto” a los populares.
La posibilidad de sacar del callejero a Bardem ha venido acompañada, además, de otro deseo: que el periodista y escritor Antonio Burgos, uno de los representantes locales de la derecha más dura, tenga una calle en Sevilla.
Los anuncios de Zoido han puesto en bandeja al PSOE sus primeras críticas desde la oposición. “No son las medidas más apropiadas en un momento de austeridad”, señaló el candidato socialista, Juan Espadas, que reprochó al PP su “política de escaparate”.
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