La encrucijada del BNG
La formación nacionalista se debate entre la debacle electoral o un repunte de votos
Nada más asumir el liderazgo del Bloque Nacionalista Galego (BNG), en mayo de 2009 y tras una asamblea que escenificó la división en dos mitades de la organización, Guillerme Vázquez se enfrentó a las elecciones europeas. El apoyo ciudadano a los nacionalistas de izquierdas descendió, pero nadie imputó responsabilidades al entonces recién estrenado portavoz nacional.
Dos años después, Vázquez encabeza al Bloque en una campaña ya enteramente diseñada por su equipo. “Veo a la gente muy animada”, repite fuera de micro un hombre que, estos días, hace girar su discurso sobre el ángulo social y deja al margen la reivindicación nacionalista. “Somos la única alternativa real a las políticas de derecha”, repite, “las haga el PP en la Xunta de Galicia o el PSOE en el Estado”.
Pero no es la posición interna de Vázquez lo más significativo que se juega este 22 de mayo el BNG, el tercer partido en Galicia. El poder municipal acumulado por la organización, cuyo más emblemático alcalde, Miguel Anxo Fernández Lores, gobierna la ciudad de Pontevedra desde 1999, se concentra en villas que, a escala gallega, resultan de tamaño medio. Carballo, Monforte de Lemos, Cangas do Morrazo, Boiro, Teo, localidades con más de 15.000 habitantes, cuentan con un regidor nacionalista. Ahí se comprobará si el ciclo electoralmente a la baja que el frente de partidos sufre desde 2001 continúa o se detiene y, como calculan los asesores de Guillerme Vázquez, recoge los réditos del deterioro por la izquierda del PSOE.
Excepto en el caso de Monforte, donde Severino Rodríguez logró en 2007 la mayoría absoluta, el PSdeG ha apoyado en la investidura, o ha integrado en el equipo municipal, a los candidatos del Bloque. En virtud de un pacto rubricado hace cuatro años por Emilio Pérez Touriño y Anxo Quintana, los nacionalistas también han favorecido la formación de consistorios progresistas allí donde el PP no consigue la mayoría de los concejales, lo que los ha aúpado a formar equipo en Vigo, A Coruña, Santiago y Ourense. De hecho, Alberto Núñez Feijóo, cuya estrategia de campaña incluye eclipsar a sus candidatos y convertir su figura en omnipresente, ha colocado las coaliciones entre socialistas y nacionalistas en el centro de su diana. Vázquez, sin entrar en lo concreto, insiste en defender una fórmula habitual en toda Europa. “El PP sí que es una coalición”, afirmó en la primera semana de mítines, “entre la derecha y la extrema derecha”.
Pero aunque el BNG resista numéricamente en los comicios del 22 de mayo y no pierda sus palancas de poder municipal y provincial –también pactan con el PSdeG en las diputaciones de A Coruña y Lugo-, la mitad de la organización que no respaldó a Guillerme Vázquez en el cónclave de mayo de 2009 probablemente exigirá una Asemblea Nacional extraordinaria para aclarar quien optará a la presidencia de la Xunta. Si hay descalabro, sin embargo, el ambiente puede tensarse hasta la ruptura. Xosé Manuel Beiras, exportavoz nacional y el líder que llevó al Bloque a ser la segunda fuerza en Galicia, ya ha amagado insinuando verbalmente la posibilidad de escindirse por la izquierda.
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