Un excura tras Cascos
Un antiguo sacerdote quiere presidir Asturias: propone recetas anticrisis, conduce un Audi TT y trabajó en un bufete que tramitaba divorcios
“Nunca me comprarán”, proclama con tono grave Arturo García para desmarcarse de los “políticos tradicionales”. Arturín, de 39 años, oficiaba hasta marzo misas en los municipios asturianos de La Manjoya, San Esteban de las Cruces y Santa María de Bendones, que juntos no suman los 3.000 habitantes. En abril, cambió la sotana por la telegénica americana de campaña y anunció su candidatura. Se presenta para presidir el Principado por el Partido Democrático y Constitucional (PDYC), que el mismo creó junto a “profesionales liberales. “Un feligrés me dijo: ¡Ole tus huevos!”, recuerda desde el manos libres de su Audi TT, que le dirige por los inescrutables caminos del Principado.
García, hombre de formas amables y frases directas donde los haya, interviene en dos mítines diarios, donde le aguardan una quincena de seguidores, la mayoría antiguos parroquianos. Hoy toca Grado, su pueblo natal (12.000 habitantes). “Si no me creyera esto, me iría”, dice con la ilusión del primerizo.
Como los que creen que Zapatero huele a azufre y encarna al maligno, critica la “cruzada” del Gobierno contra la religión
Sostiene el antiguo sacerdote que la dicotomía izquierda-derecha es cosa del pasado, “preconstitucional”, y valora la gestión por encima de todo. Sus propuestas, sin embargo, le alinean con la trinchera de la ortodoxia. Está en contra del aborto y de los matrimonios homosexuales. Como aquellos que creen que Zapatero huele a azufre y encarna al maligno, critica la “cruzada” del Gobierno contra la religión. En lo social, lleva mal la paridad. “Es como si la mitad de la lista electoral tuvieran que ser calvos”.
El arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz, le dio a elegir a nuestro hombre entre la sacristía y la caravana electoral, y este se decantó por esta última. El prelado prefirió no hacer mudanza en tiempos de tribulación y le sometió al temido proceso ad divinis, que es como llama el Derecho Canónico al camino para desterrar a un cura de su “ministerio”. García se niega a revelar el contenido de la conversación, pero insiste en que fue “muy cordial”. ¿Le ofreció el jefe regresar al redil si se estrellaba en las urnas? Silencio sepulcral.
En su etapa eclesial, marcada por los ocho años en la capellanía de un hospital público, compatibilizó las confesiones con la abogacía. Su bufete tramitaba divorcios y nulidades matrimoniales (su especialidad) y le proporcionó la labia que exige irrumpir en el tablero asturiano, que anda agitado por la posible caída del feudo socialista a manos del PP y Foro Asturias, del díscolo Francisco Álvarez Cascos –al que el político califica de “oportunista”-.
En la recta final de la campaña, el pastor se ve ya en el escaño, cree que su formación -“que no es un partido de la Iglesia”- será la quinta en discordia (por detrás de IU), y anuncia que pactará con la lista más votada, ¿PSOE incluido? “Para un respaldo puntual, sí”.
Su reino es de este mundo. Este "hombre normal", como le gusta definirse, presentó su partido a lo grande, en un hotel de cinco estrellas de Oviedo. Allí, encorbatado, juro “Honradez y lealtad”, que es su lema de campaña y el principio que recorre sus propuestas, que van desde las exenciones fiscales para desempleados hasta las auditorías públicas. No obstante, la prioridad de Arturo García, Arturín, es combatir el paro, que atenaza el futuro del 45% de los jóvenes asturianos. El 23-M seguirá trabajando, así en la tierra como en el cielo.
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