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Coordinado por Gonzalo Fanjul y Patricia Páez
MIGRANTES
Tribuna
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Los metí en mi casa porque ellos son nosotros

Con su acogida a parte de los migrantes que se hacinan en Canarias, el alcalde de Mérida transmite un poderoso mensaje a la sociedad española

Inmigrantes acogidos en Mérida
Dos migrantes acogidos en el albergue municipal de Mérida, este 17 de octubre.Jero Morales (EFE)
Gonzalo Fanjul

En otro tiempo, lo que han hecho la ciudad extremeña de Mérida y su alcalde, Antonio Rodríguez Osuna, hubiese merecido titulares en toda España. Es excepcional que una capital regional relativamente pequeña dé un paso adelante y se ofrezca a acoger a no menos de 200 migrantes que están llegando con lo puesto a Canarias.

En otro tiempo, hubiese sido fácil entender este ofrecimiento como el gesto profundo de solidaridad que es. Más allá de su posible derecho al asilo o de su eventual deportación por las autoridades, estamos hablando de personas desesperadas que llegan a lugares en donde la capacidad de acogida está desbordada. Mujeres como Sarr y Sainey, cuya historia conmovedora contaba María Martín en este medio hace unos días.

En otro tiempo, la actitud de Rodríguez Osuna también podría haber sido considerada patriótica. Porque el patriotismo es algo más que airear la bandera junto a una cabra. Sin pensárselo dos veces, Mérida arrima el hombro para compartir una responsabilidad legal y humana que es de toda la Unión Europea. Más aún, arrima el hombro para ayudar a una comunidad autónoma gobernada por partidos muy diferentes al suyo.

Pero no vivimos en otro tiempo, sino en este. Y en este tiempo la oferta de Mérida ha sido recibida con una campaña de insultos, mentiras y amenazas. Con el “¡mételos en tu casa!”, esa versión perezosa del MAGA —las siglas del Make America Great Again (hacer Estados Unidos grande otra vez)— de Trump. Con la demonización preventiva de niños extranjeros, que ni siquiera eran parte del plan. Con una demanda de reprobación del alcalde que recuerda a los tiempos de Vichy. Con una indignación selectiva que cruje a este ayuntamiento, pero olvida el acuerdo de acogida entre la Junta de Extremadura del PP-Vox y el ministerio del ramo.

Cuando le preguntan por qué se ha metido en este jardín, Rodríguez Osuna ha dado todo tipo de argumentos económicos, humanitarios y sociales. Asumí este riesgo político porque podía y porque debía, ha venido a decir. Pero creo que la clave de todo este asunto está en esta otra frase del alcalde, que describe un instinto profundamente arraigado en su gente y explica por qué los vecinos de Mérida le han apoyado masivamente: “[Extremadura] es una sociedad migrante (…) y hemos sufrido los mismos problemas que sufren los migrantes a lo largo de la historia y, por tanto, la sociedad extremeña es mucho más madura que los discursos que hace esta formación de ultraderecha”.

Los metí en mi casa porque ellos son nosotros. No sé si merece un titular, pero seguro que merece respeto.

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