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Plestia Alaqad, periodista de Gaza: “El genocidio no se detiene cuando paran las bombas”

La joven reportera, que salió de la Franja a finales de 2023, publica en español un diario de las primeras semanas de bombardeos, en el que reflexiona sobre el miedo, la culpa y la deshumanización de las víctimas

Plestia Alaqad
Beatriz Lecumberri

“No deseo a nadie que tenga que elegir entre quedarse en su tierra o salvar la vida”, dice en su libro Los ojos de Gaza (Debate, 2025) la periodista palestina Plestia Alaqad. Lo repite en la entrevista con este diario, con la voz entrecortada por la culpa, la nostalgia y una cierta rabia. Nacida en Gaza hace casi 24 años, acababa de regresar a la Franja tras realizar sus estudios universitarios en Chipre, cuando Hamás perpetró sus ataques el 7 de octubre de 2023 y comenzaron los implacables bombardeos israelíes. Sus directos para varios medios de comunicación, y sobre todo sus vídeos en Instagram, comenzaron a ser vistos por centenares de miles de personas. Hoy, tiene cuatro millones de seguidores en esta red social.

“En Gaza, da igual que preveas todo al detalle, Israel siempre tendrá planes diferentes para ti”, afirma, amargamente, en esta conversación por videoconferencia desde Líbano, donde ha recibido una beca para estudiar un máster, tras su salida de Gaza, gracias a familiares con pasaporte extranjero, a finales de noviembre de 2023.

Su libro, éxito de ventas en inglés y recientemente traducido al español, es un diario personal, un viaje por las primeras semanas de bombardeos y de destrucción en Gaza, en el que conviven la negación ante un mundo que se desmorona, la angustia de no poder protegerse y la necesidad de humanizar y llamar por su nombre a quienes mueren, huyen y batallan por sobrevivir.

Pregunta. En su libro escribe que en Gaza, un alto el fuego, el actual u otros pasados, es solo el espacio entre dos tragedias.

Respuesta. Sí. Quiero que el mundo entienda que en Gaza el genocidio no se detiene cuando paran las bombas. Perdura en la mente y en la vida diaria de quienes sobreviven. Desde que entró en vigor esta tregua, Israel ha matado a decenas de palestinos y los palestinos de la Franja siguen sufriendo la falta de todo, de lo más esencial. Queremos que abran las fronteras, queremos libertad de movimiento, queremos que Israel rinda cuentas.

P. En su libro, la palabra agresión, para referirse a la ofensiva israelí, está siempre escrito con A mayúscula. ¿Por qué?

R. Quise ponerlo así porque las palabras cuentan. Por ejemplo, la prensa habla de guerra en Gaza, cuando se trata de un genocidio. O llama mujer a Hind Rajab, una niña de cinco años acribillada por soldados israelíes, como si el hecho de llamarla mujer y no niña tornara su muerte menos grave. Hay que llamar a las cosas por su nombre. Y esto es una agresión con mayúsculas.

Me pregunto cuántas veces las personas deben empezar de cero solo porque son palestinas y porque existe la ocupación israelí

P. Usted afirma que en Gaza no sirve hacer planes porque nada está bajo control. Incluso antes del 7 de octubre de 2023.

R. En gran parte del mundo, te levantas y decides qué harás y tienes tus rutinas. En Gaza, da igual que preveas todo al detalle, Israel siempre tendrá planes diferentes para ti. Puedes entrevistar a una familia un día y volver al día siguiente a volver a hablar con ellos, pero te enteras de que han muerto en un bombardeo. Puedes levantarte y prever ducharte, pero resulta que no hay agua. Cualquier cosa, hasta los actos banales y pequeños, escapan a nuestro control.

P. Usted se pregunta en el libro cuántas veces deben los palestinos empezar de cero. Es una pregunta sin respuesta.

R. Lo es. Desde 1948, cuando fuimos expulsados de nuestras casas. Mi abuela tuvo que salir de Jaffa en ese momento, reconstruyó su vida en Gaza siendo una niña y ahora está empezando una nueva vida en Australia. Por eso me pregunto cuántas veces las personas deben empezar de cero solo porque son palestinas y porque existe la ocupación israelí.

P. Al menos 200 periodistas han perdido la vida violentamente desde octubre de 2023. Según RSF y CPJ, una parte de ellos han sido tomados como blancos militares. ¿Cómo se trabaja con la angustia de poder ser un objetivo?

R. En Gaza, las personas que deben informar sobre las víctimas, son también asesinadas y se convierten en víctimas. Pienso todo el tiempo en mis colegas que arriesgan sus vidas y las de sus familias por la profesión que han elegido. Si no fuera por ellos, el mundo no sabría qué está ocurriendo en Gaza. Y detrás de cada número hay un nombre y una historia. Por ejemplo, yo soy Plestia y pensé mucho en cómo se informaría de mi muerte. Igual ni sabrían pronunciar mi nombre correctamente, o tal vez fuera un título durante un minuto en un medio de comunicación para ser rápidamente reemplazada por otra noticia. Y probablemente, nadie condenaría a quién me mató.

Los dirigentes tienen miedo de los refugiados. Deberían sentir miedo de lo que provoca que seamos refugiados e intentar pararlo. Si no hubiera ocupación o genocidio, nosotros no seríamos refugiados

P. Se enfada cuando le preguntan por qué eligió irse de Gaza y se enfada cuando le preguntan si quiere volver.

R. No decidí irme. ¿Qué opciones tenía? Podía quedarme en Gaza y esperar la muerte o tener la oportunidad de sobrevivir. Lo doloroso es que la mayoría de la gente no se lo puede ni plantear porque no tiene otro pasaporte ni familiares con otras nacionalidades que los reclamen. Lo mismo pasa cuando la gente me pregunta si quiero volver. No tengo opción. No puedo entrar en Gaza en este momento. Y cuando quiero ir a países occidentales también es muy complicado: tengo que pedir un visado y probar que estoy solo de visita, porque los dirigentes tienen miedo de los refugiados. Deberían sentir miedo de lo que provoca que seamos refugiados e intentar pararlo. Si no hubiera ocupación o genocidio, nosotros no seríamos refugiados.

P. ¿Cómo se lidia con el sentimiento de culpa al que usted se refiere en el libro?

R. Todos los palestinos tenemos que afrontar la culpa del superviviente, dentro o fuera de Gaza. Cuando estás en Gaza te sientes mal porque tu casa no fue bombardeada y la de tu vecino sí. O porque a tu amiga le amputaron una pierna y a ti no. Es una espiral interminable de dolor. Y cuando estás fuera todo es peor. Yo ahora estoy en un lugar seguro, tengo casa, comida y agua. Es lo básico, pero es un lujo en Gaza.

P. Usted escribe que el mundo ve a los palestinos como víctimas perfectas, pero nunca como personas. ¿Sigue siendo así?

R. En algunas partes del mundo sí. No es el caso de España, donde sois muy sensibles a la cuestión palestina. Sé que hay muchas banderas y manifestaciones en las calles y que nos veis como seres humanos. Son ejemplos que nos dan esperanza. Lo esencial, en cualquier parte del mundo, diferenciar a los gobiernos de la gente, porque hay personas muy solidarias con nosotros, aunque sus dirigentes no lo sean.

Todos los palestinos tenemos que afrontar la culpa del superviviente, dentro o fuera de Gaza. Cuando estás en Gaza te sientes mal porque tu casa no fue bombardeada y la de tu vecino sí

P. Antes de octubre del 2023, usted quería publicar artículos e imágenes que mostraran que Gaza no era solamente un lugar de violencia y destrucción y lo quiso seguir haciendo después de esa fecha, pese a lo que estaba ocurriendo.

R. Gaza es mucho más que muerte y casas demolidas, aunque en este momento solo veamos artículos sobre el genocidio que Israel está cometiendo. Hay gente que ama la vida y que está luchando por seguir viviendo. Mis recuerdos están en Gaza, mi casa está en Gaza. Aunque ahora mismo esté demolida, sigue siendo mi casa. Aunque Israel intente robar mi tierra, sigue siendo mi tierra.

P. La última pregunta es la pregunta que usted se hace en varios momentos del libro. ¿Quién es Plestia Alaqad?

R. Le contesto como termino el libro: Había una Plestia antes del 7 de octubre de 2023, una Plestia durante el genocidio y habrá una versión de mí cuando todo esto acabe, pero aún no sé cuál será.

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Sobre la firma

Beatriz Lecumberri
Periodista especializada en información internacional. Ha sido corresponsal en Jerusalén, Caracas, Río de Janeiro y París y ha trabajado en la agencia France-Presse (AFP). Es autora del libro 'La revolución sentimental', sobre Venezuela, y codirectora del documental 'Condenadas en Gaza'. Actualmente, trabaja en la sección Planeta Futuro de EL PAÍS.
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