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La sequía convierte el río Chobe de Namibia en una trampa para 200 hipopótamos

El Gobierno utiliza bombas para suministrar agua a los estanques. Al tiempo, autoriza el sacrificio de 30 ejemplares y 83 elefantes, que se destinarán a carne ante la inseguridad alimentaria en el país

Sequia Rio Chobe de Namibia
Decenas de hipopótamos en el estanque de Rungara, en la zona de conservación de Salambala, (Zambezi, Namibia), convertido en un charco de lodo por la sequía, el 23 de agosto. Imagen cedida por una fuente que prefiere permanecer en el anonimato.

El Gobierno de Namibia lleva meses trabajando para rescatar a 200 hipopótamos varados en charcos de lodo que encogen rápidamente a lo largo de un tramo de 16 kilómetros del río Chobe, en la zona de conservación de Salambala. En uno de los países más áridos al sur del Sáhara, una terrible sequía agravada por la escasez de lluvias ha dejado a estos animales salvajes varados durante los últimos cuatro meses en un cauce aislado y seco.

Para evitar su muerte, el Ministerio de Medio Ambiente, Bosques y Turismo ha excavado pozos de sondeo y utilizado bombas para suministrar agua a los estanques. Pero ha autorizado casi al mismo tiempo el sacrificio de cientos de animales salvajes de distintos parques nacionales, entre ellos 30 hipopótamos y 83 elefantes, para reducir su población debido a la escasez de pastos y agua.

En una medida que puede despertar recelos culturales, la carne se destinará al programa de alivio puesto en marcha por el Gobierno para paliar los efectos de la sequía, calificada como la peor que ha sufrido el país en 100 años, y que obligó a declarar el estado de emergencia en mayo. Se calcula que 1,4 millones de namibios (el 48% de los habitantes) se enfrentan a altos niveles de inseguridad alimentaria aguda y requieren medidas urgentes para reducir las carencias y proteger sus medios de subsistencia, según la Clasificación Integrada de las Fases (CIF, en español, IPC, en inglés), una herramienta mundialmente reconocida para el análisis de la seguridad alimentaria y la nutrición.

Es desgarrador verlos desamparados, cubiertos de barro, desorientados y luchando por sobrevivir
Fabian Libanda, administrador de la zona de conservación de Salambala

En Namibia viven cerca de 1.500 hipopótamos, principalmente en las regiones de Zambezi y Kavango, en el noreste del país, fronterizas con Botsuana, Angola y Zambia, donde por lo general los abundantes humedales suelen mantener a sus poblaciones durante todo el año. Sin embargo, este año estas regiones no se han librado de la sequía.

Fabian Libanda, administrador de la zona de conservación de Salambala, en la región de Zambezi, ha observado con creciente desesperación cómo los hipopótamos salvajes languidecían en los cuatro estanques fangosos que se han formado al secarse el río. “Es desgarrador verlos desamparados, cubiertos de barro, desorientados y luchando por sobrevivir”, explicaba en una entrevista a este diario a mediados de agosto. “Hasta ahora hemos tenido suerte de no perder ninguno, pero sin apoyo adicional, pronto estaremos contando cadáveres”. Libanda describe la situación en Salambala como “desesperada” y señala que supone una grave amenaza no solo para los hipopótamos varados, sino también para otros animales salvajes, entre ellos los cocodrilos, y los frágiles ecosistemas que dependen del río.

Hipopótamos cubierto de lodo en el estanque de Rungara, en la zona de conservación de Salambala, (Zambezi, Namibia), el 23 de agosto. Imagen cedida.
Hipopótamos cubierto de lodo en el estanque de Rungara, en la zona de conservación de Salambala, (Zambezi, Namibia), el 23 de agosto. Imagen cedida.

También afirma que la crisis “afecta profundamente” a las comunidades locales, cuyo sustento está estrechamente ligado a la supervivencia de los hipopótamos. “Las comunidades que viven en esa parte de Chobe y sus alrededores han perdido los medios de subsistencia que antes obtenían de las actividades turísticas y pesqueras”, explica. Así, ya no son posibles los cruceros en barco con turistas que acudían sobre todo a observar hipopótamos y cocodrilos en su hábitat salvaje.

“Los cuatro estanques —Rungara, England, Sinda y Munambezi— albergan más de 200 hipopótamos y decenas de cocodrilos”, relata. “Como los hipopótamos son extremadamente territoriales, la mayoría no abandonó el lecho del río a pesar de que se estaba secando, y aunque todavía pueden acceder a algunos pastos por la noche, su situación durante el día es crítica y requiere una intervención urgente”.

Las comunidades que viven en esa parte de Chobe y sus alrededores han perdido los medios de subsistencia que antes obtenían de las actividades turísticas y pesqueras
Fabian Libanda, administrador de la zona de conservación de Salambala

Libanda explica que, para paliar la crisis, la zona de conservación de Salambala ha colaborado estrechamente con el Gobierno de Namibia y las autoridades de Botsuana, y aunque ya ha llegado algo de ayuda a Rungara, los otros tres estanques siguen necesitando asistencia urgente.

En junio, trabajadores del Gobierno bombearon agua a la charca para aliviar a los hipopótamos, que para entonces ya no tenían otras fuentes de agua. “Alivió algo la presión para, pero necesitamos más bombas para llevar agua a estos animales”, afirma Libanda, e insiste: “Sin una acción inmediata, la pérdida de vidas será devastadora”.

Romeo Muyunda, portavoz del Ministerio de Medio Ambiente, Bosques y Turismo, explica que el estado de los hipopótamos se evaluó en mayo, y en aquel momento la situación “había llegado a un punto crítico que requería medidas inmediatas para aliviar la angustia de los animales”. “En julio adquirimos una nueva bomba de mayor capacidad que se sumó a varias ya instaladas en el lugar”. Desde entonces, el nivel del agua “ha mejorado significativamente”, lo que según Muyunda, ha permitido a los hipopótamos “sumergirse por completo de nuevo”.

“Podemos afirmar con seguridad que la crisis inmediata se ha resuelto, esperemos que hasta la próxima temporada de lluvias [que comienza en noviembre]”, asegura. “Aunque la situación ha mejorado, aún no está resuelta, y seguimos atentos para explorar todas las soluciones posibles”.

Hipopótamos en el estanque de Rungara, en la zona de conservación de Salambala, (Zambezi, Namibia), convertido en un charco de lodo por la sequía, el 23 de agosto. Imagen cedida.
Hipopótamos en el estanque de Rungara, en la zona de conservación de Salambala, (Zambezi, Namibia), convertido en un charco de lodo por la sequía, el 23 de agosto. Imagen cedida.

Libanda difiere de esta visión optimista. En una nueva conversación con este diario, el lunes, explica que el bombeo de agua al estanque donde se encuentran algunos de los hipopótamos no está dando los resultados esperados: “Si no llueve o el Gobierno no aumenta el volumen de agua que se bombea actualmente al estanque, aumentará el temor a que mueran hipopótamos en los próximos meses”, añade. También le preocupa el posible brote de enfermedades entre los hipopótamos atrapados.

Patrones climáticos impredecibles

Libanda advierte de que ”la situación podría deteriorarse aún más con patrones climáticos impredecibles”. “La primera vez que nos enfrentamos a una crisis así fue en 2019, pero es mucho peor ahora, en 2024, con más animales en peligro”, subraya.

Mulife Muyoba, responsable de control del organismo Fauna Salvaje y Parques Nacionales de Zambezi, señala que durante la crisis de 2019, en la que unos 60 hipopótamos quedaron atrapados, el Gobierno aplicó una estrategia similar que incluía la perforación de pozos y la instalación de bombas de agua. “Entonces no hubo víctimas mortales, y este año solo hemos registrado una muerte”, declara Muyoba en una entrevista. “Sin embargo, lo más importante es entender el comportamiento de la fauna salvaje en estas condiciones. Científicamente, estos animales se trasladan instintivamente a otras zonas en un radio de 20 kilómetros cuando sus hábitats se secan, pero eso no ha ocurrido”.

En el punto álgido de la crisis de 2019, Namibia autorizó la venta de más de 1.000 animales salvajes, entre ellos elefantes y jirafas, para evitar más pérdidas de vidas y recaudar 1,1 millones de dólares para su conservación. La decisión se tomó tras la declaración de catástrofe nacional debido a las extremas condiciones de sequía que afectaban a la fauna salvaje y a los esfuerzos de conservación. Cinco años después, la sequía vuelve a afectar gravemente a las iniciativas de conservación en todo el país.

Sacrificio de animales

Una de las soluciones planteadas por Libanda consiste en hacer más profundos algunos de los estanques vacíos y llenarlos de agua suficiente para crear un hábitat sostenible para los animales. También sugiere la solución más extrema de sacrificar a los animales y destinar la carne a los programas actuales de ayuda a los afectados por la sequía o permitir que se venda la carne para generar fondos. Precisamente, el Ministerio de Medio Ambiente, Bosques y Turismo anunció el lunes que se han seleccionado más de 723 animales —83 elefantes, 30 hipopótamos, 60 búfalos, 50 impalas, 100 ñus, 300 cebras y 100 antílopes eland— para su sacrificio, que procederán de parques nacionales con poblaciones de caza sostenibles.

Más de 150 de estos animales ya han sido cazados y han proporcionado 56.875 kilos de carne. “Esto ayudará a gestionar la actual presión sobre los pastos y el agua, reduciendo el número de animales salvajes en algunos parques en los que creemos que el número excede los pastos y el agua disponibles”, afirma el comunicado. “Este ejercicio es necesario y está en consonancia con nuestro mandato constitucional de que nuestros recursos naturales se utilicen en beneficio de los ciudadanos namibios. (...) Nos alegra poder ayudar al país en estos momentos tan difíciles y cuando es absolutamente necesario”, añade.

Sin embargo, esta sugerencia plantea problemas culturales. Raphael Mbala, historiador y escritor perteneciente a la tribu masubia, expresa el malestar de su comunidad por el posible sacrificio de los hipopótamos. “Cuando una comunidad sacrificaba un hipopótamo, sabía que determinadas partes —como el vientre, la cara, el lomo y la grasa— estaban reservadas exclusivamente para el rey o el jefe”, explica. “Las violaciones de estas costumbres se castigaban históricamente con multas, que a menudo se pagaban con ganado”, agrega, señalando también que otros animales, como las jirafas, los antílopes y los elefantes, están igualmente protegidos por las autoridades tradicionales.

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