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El viaje de regreso de Yahya: 3.500 euros y un ataúd lleno de sueños rotos

Jacqueline Baylon describe en el documental ‘Until he’s back’ el camino de obstáculos de una familia marroquí para recuperar el cadáver de su hijo, ahogado cuando intentaba llegar a España. La cineasta emigró con seis años a Estados Unidos cruzando con su madre el Río Grande

Jacqueline Baylon ‘Until he’s back’
La directora mexicana Jacqueline Baylon, durante el Festival de Cine Africano de Tarifa, en mayo.Rodri Vazcano/FCAT

“Tiene todo el sentido que esta entrevista ocurra aquí, frente al mar, mirando a Marruecos”, dice Jacqueline Baylon (Chihuahua, 1988) en un café de Tarifa, con la vista puesta en la costa del país vecino, situada a poco más de 14 kilómetros. Esta periodista mexicana acaba de presentar en el Festival de Cine Africano de esta ciudad de Cádiz su primer documental Until he’s back (Hasta que vuelva), que describe un aspecto poco conocido de la migración: la repatriación de los cadáveres de quienes mueren intentando llegar a España.

El protagonista de su cortometraje es Ahmed Tchiche, un marroquí que lucha durante un año contra la interminable burocracia para poder recuperar los restos mortales de su hijo Yahya, cuyo cadáver apareció en una playa de Murcia en 2022, con el fin de enterrarlo cerca de su casa, en la ciudad de Oudja. “Hasta que no vuelva, no estaremos bien”, anuncia este padre en los primeros minutos del documental.

Baylon, que actualmente vive en España, lleva años investigando y escribiendo sobre migraciones porque es un drama que le toca muy de cerca. A los seis años, atravesó el Río Grande y llegó con su madre clandestinamente a El Paso, en Estados Unidos, donde creció. “Cuando cruzas un río, te persigue la policía y te echan de un lugar, aunque seas una niña, eso te marca para siempre”, asegura la directora.

Pregunta. ¿De dónde nace la idea de este documental?

Respuesta. Todo empezó al leer un perfil sobre Martín Zamora, un embalsamador que trabaja en la zona de Algeciras y que se ha ocupado de decenas de cadáveres de migrantes marroquíes que no pudieron cumplir su sueño de llegar a España. Me llamó la atención ese cuidado y respeto hacia quienes han muerto y comencé a visualizar el documental. Logré el apoyo de la televisión Scripps News, para la que trabajo, y empezamos a rodar escenas con él, pero teniendo en mente que el tema central tenía que ser una familia que estaba buscando a un hijo o a un hermano porque quieren decirle adiós.

P. ¿Y cómo llega a la familia de Yahya?

R. Habíamos contactado con ONG que ayudan a las familias a localizar a sus allegados desaparecidos y estábamos rodando en Marruecos cuando aparecieron tres cadáveres en Murcia, uno de ellos el de Yahya. A partir de ahí pasamos un año acompañando a su padre. Fue una apuesta, porque no sabíamos cómo iba a acabar y si lograría repatriar el cuerpo de su hijo. Porque no siempre lo consiguen, muchos migrantes fallecidos terminan incinerados o enterrados en España. El camino para las familias está lleno de obstáculos.

P. El drama de la familia Tchiche sirve para contar la magnitud de la crisis migratoria en esta zona.

R. Sí, por eso las imágenes que describen el camino para repatriar el cuerpo de Yahya se van alternando con un rescate de una barca con varias decenas de migrantes que pudimos grabar junto a la ONG Open Arms y que me parecía importante mostrar.

P. ¿Hay alguna imagen del rodaje que le impactó especialmente?

R. Cuando la familia está esperando a que llegue el coche con el ataúd del chico a la casa para que las mujeres lo velen durante unas horas, había unos jóvenes que estaban allá para despedir al fallecido y hablaron entre ellos de la posibilidad de montarse a escondidas en el coche, que volvía a España, y huir. Todo el mundo se quiere marchar, piensan en eso todo el tiempo, incluso en un funeral. Y rodando también me sorprendió el negocio de la repatriación de cadáveres, que cuesta unos 3.500 euros, una cantidad enorme para estas familias mayoritariamente pobres. Con el factor agravante de que los chicos que mueren ya han pagado entre 3.000 y 5.000 euros para subirse en una patera.

P. La migración es un tema que usted ha vivido en carne propia porque también ha tenido que marcharse y empezar clandestinamente y de cero en otro país.

R. Todo esto me toca muy de cerca. Cuando tenía seis años crucé clandestinamente el Río Grande con mi madre. Pagamos a un coyote porque ella quería darme una vida mejor y llegamos a El Paso. Varias veces nos pilló la policía de inmigración y nos devolvieron, pero todo eso era antes del 11 de septiembre de 2001 y era más fácil. Se podía pagar 100 dólares a alguien y volver a cruzar. Ahora cuesta 10.000 dólares atravesar esa frontera, es una locura.

P. Desde entonces ha vivido en Estados Unidos.

R. Sí, cuando yo tenía nueve años ya legalizamos mi situación. Pero cuando cruzas un río, te persigue la policía y te echan, aunque seas una niña, eso te marca para siempre. Yo me acuerdo de una vez, que los agentes de inmigración nos estaban buscando, a nosotras y a varias familias, y mi madre y yo nos escondimos en un parking. Mi madre empezó a ver si había algún coche abierto y finalmente encontró uno, pero dentro había una mujer, que entró en pánico al vernos. Yo también empecé a llorar de miedo y mi madre intentando calmarnos a las dos para que no nos descubrieran.

P. ¿Hay algo de esas vivencias personales que ha quedado plasmado en su película?

R. Sí. Allá o aquí, en el estrecho de Gibraltar, los migrantes no siempre nos queremos ir de casa. No queremos dejar amigos, familia, nuestras costumbres, nuestra comida... pero se hace por necesidad y eso a mucha gente se le olvida.

P. Su documental se estrenó en Estados Unidos, donde ganó el premio al mejor corto documental en el Big Sky Documentary Film Festival de Montana. ¿Cómo está siendo el recorrido en Europa y concretamente en España?

R. En Estados Unidos ha tenido muy buena acogida, pero estoy extrañada de que en Europa, y más concretamente en España, no haya suscitado por ahora mucho interés. Lo han rechazado en varios festivales y me ha sorprendido, porque es una historia que en mi opinión se debe conocer.

P. ¿La familia Tchiche ha visto la película?

R. Sí, la han visto y se han sentido muy respetados y representados. Es lo que el padre quería y a mí me llegó al corazón que nos permitieran llegan tan dentro, que nos permitieran grabar momentos tan familiares.

P. ¿Tiene ya en mente otro documental?

R. Me gustaría contar la historia de mi familia mexicana, que está en Ciudad Juárez, aunque aún no sé cómo. Mi madre tiene ocho hermanas y todas están allá. Tengo unos primos que han sido coyotes y quería contar su historia: cómo alguien decide trabajar en esto sin necesariamente ser mala persona, solamente porque tienen que comer y allá es difícil encontrar un trabajo.

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