Atrapados por la adicción y el tabú: el difícil camino de los usuarios de drogas en Pakistán hacia la rehabilitación
Unas 700 personas mueren cada día por sobredosis o complicaciones del uso de sustancias en el país asiático, donde existen pocas iniciativas accesibles de desintoxicación
Qasim, de 30 años y nacido en Charsadda, una localidad en el norte de Pakistán, lleva casi tres meses en el centro de rehabilitación Rokhana Saba. Está limpio desde hace dos meses y 25 días, un logro en su adicción a la droga conocida como “hielo” [una forma potente y fumable de metanfetamina] y a la marihuana durante más de 10 años. Fue la insistencia de su padre lo que hizo que finalmente accediera a ingresar. En Charsadda, una ciudad de más de 100.000 habitantes, se queja, Qasim, es fácil conseguir hielo.
La drogadicción es un problema grave en Pakistán (230 millones de habitantes). Según estimaciones anteriores a 2013, había 500.000 consumidores de heroína en el país y 6,7 millones de personas habían tomado alguna sustancia distinta del tabaco y el alcohol. Después de ese año no se han recopilado estadísticas, aunque la Organización de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) está llevando a cabo un estudio para 2022-2024. Un artículo reciente publicado en International Journal of Surgery: Global Health revela que 700 personas mueren cada día en Pakistán por sobredosis y complicaciones derivadas del consumo de drogas, y estima en siete millones los usuarios regulares de sustancias. Según Talat Habib, médico y fundador del centro de rehabilitación Nishaan Rehab, la falta de control fronterizo y la disponibilidad de fármacos baratos han provocado un repunte del consumo de drogas en los últimos años.
Sin embargo, muy pocas personas obtienen ayuda como la que recibe Qasim. Desde que puso en marcha Nishan Rehab en 2009, Habib ha visto cómo proliferaban los centros de rehabilitación. “Ocho de las personas que trabajaban conmigo han abierto sus propios centros”, explica. En cualquier caso, admite, las tasas de recaída son altas.
En los últimos dos años, la pobreza en Pakistán ha aumentado. Un estudio del Banco Mundial del pasado abril muestra que, en 2023, había tres millones más de personas en situación de precariedad que en 2018. Con escasos centros públicos de rehabilitación, las opciones de tratamiento se reducen. La psicóloga clínica Maha Sohail afirma, basándose en su experiencia trabajando con quienes lidian con adicciones, que la mayoría de sus pacientes suelen provenir de familias obreras o de bajos ingresos, lo que hace que la mayoría de la rehabilitación privada sea inaccesible para ellos. Según la psicóloga, el ambiente en los hospitales públicos a menudo empeora la situación. “Hay muy pocos recursos disponibles para las secciones de rehabilitación de drogodependientes. A veces, cuando están llenas, los pacientes que necesitan rehabilitación son trasladados a la sala de psiquiatría, lo que los traumatiza aún más, ya que son vulnerables y no reciben la ayuda adecuada”, explica. Y añade que incluso ha visto cómo una habitación se utilizaba para dos sesiones de terapia simultáneas, lo que rompe la confidencialidad y puede perjudicar la salud mental de los pacientes.
Solo el 11,2% de los adictos de Pakistán que necesitan tratamiento lo buscan, según un estudio de la OMS
Sohail, que trabaja habitualmente con jóvenes, añade que, en los últimos años, el consumo de drogas entre la juventud parece haber aumentado considerablemente. “En algunos casos, el fácil acceso hace que la droga parezca una solución a la pobreza y el estrés, mientras que en otros [refiriéndose a los jóvenes de entornos más privilegiados] se ha convertido en una forma de demostrar que eres guay”, explica.
Un defecto moral
La adicción es un tema totalmente tabú en Pakistán. “Las actitudes sociales pueden perpetuar la idea errónea de que la adicción es un defecto moral y no un problema de salud complejo”, afirma la psicóloga clínica Afrah Arshad. “Esto puede inhibir la empatía y la comprensión, lo que hace que a los adictos les resulte más difícil confesar que tienen un problema o recurrir a la atención adecuada por miedo a la discriminación”. Todas estas barreras hacen que muy pocos adictos busquen la ayuda que necesitan. Un estudio de 2017 llevado a cabo por la Organización Mundial de la Salud (OMS) mostraba que solo el 11,2% de los adictos de Pakistán que necesitan tratamiento lo buscan. Habib relata que lo que le motivó a abrir su propio centro de rehabilitación fue desafiar la forma en que se percibe y se trata la adicción a las drogas en Pakistán. “La drogadicción debe tratarse con respeto”, afirma..
Ahí es donde centros como Rokhana Saba, Nishan Rehab y otros desempeñan un papel clave. Saba Khan, fundadora de Rokhana Saba, señala que el centro de rehabilitación incluso organiza el transporte para recoger a quienes no tienen hogar debido a su adicción, o no tienen medios para acudir al centro por sí mismos. Tanto Khan como Habib creen que parte del problema reside en la falta de sensibilización sobre el consumo de drogas y la tendencia de padres y educadores a esconder la cabeza como el avestruz a la hora de reconocer que la drogadicción está muy extendida en Pakistán.
Habib ha intentado organizar talleres de sensibilización en las escuelas, pero se suele enfrentar a acusaciones de querer introducir las drogas entre los estudiantes. “Una vez teníamos todo preparado con una universidad para organizar una sesión de concienciación, pero se retiraron en el último momento porque dijeron que los medios de comunicación dirían que estaban aceptando que hubiera drogas en su institución”, lamenta.
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