Cómo atacar a la malaria durante una pandemia
A pesar de las dificultades provocadas por la covid-19, los programas de control del paludismo en África han continuado con los trabajos de diagnóstico, prevención y tratamiento para salvar vidas
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Al comienzo de la pandemia, muchas personas temían que la covid-19 no solo fuera un desastre por sí misma, sino que los confinamientos y otros métodos de prevención tuvieran un terrible efecto dominó: interrumpir la lucha contra la malaria de una manera catastrófica. Un análisis de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que compartí el año pasado encontró que las muertes anuales por esta enfermedad en África subsahariana podrían duplicarse, volviendo a unas tasas de mortalidad no vistas en más de 20 años.
Un año después, me complace poder informar de que se ha evitado este peor escenario, al menos por ahora. Esto se debe al liderazgo de los países africanos, que rápidamente adaptaron sus programas de paludismo para enfrentarse a los desafíos de la pandemia. Practicando la distancia social y otras medidas de seguridad, los trabajadores sanitarios pudieron cumplir con sus deberes, entregando redes mosquiteras tratadas con insecticidas de larga duración, controlando las poblaciones de mosquitos mediante la fumigación en interiores y brindando tratamientos preventivos a mujeres embarazadas y niños. En Nigeria, que todavía sufre 60 millones de casos de cada año, se logró incluso aumentar el control, protegiendo a millones de niños en una de sus campañas más grandes hasta la fecha.
Al mismo tiempo, los recursos contra la malaria han cumplido una doble función, combatiendo la enfermedad transmitida por mosquitos y ayudando a controlar la propagación de la covid-19.
En Zambia, los científicos y el equipo del laboratorio de vigilancia genómica del Programa Nacional de Eliminación de la Malaria utilizado para monitorear la resistencia a los medicamentos contra la infección se pusieron manos a la obra rápidamente para encontrar variantes de covid-19 en el país. En Mozambique, una aplicación creada para que el personal sanitario proporcione informes en tiempo real de casos de fiebres palúdicas ha proporcionado datos críticos para la respuesta nacional al nuevo coronavirus.
A pesar de este progreso, nuestro trabajo no ha terminado. La enfermedad todavía mata a más de 400.000 personas cada año. Y los confinamientos por la pandemia y otras restricciones de movimiento han obstaculizado algunas actividades críticas, incluido el acceso a los servicios de diagnóstico y tratamiento en África.
Aun así, soy optimista y creo que un mundo sin malaria está a nuestro alcance. Y la pandemia de covid-19 nos recuerda por qué es esencial erradicarla. Muchos de los componentes básicos que necesitamos para combatir el paludismo y prevenir la próxima pandemia son los mismos: datos precisos y en tiempo real; cadenas de suministro fiables para llevar medicamentos y recursos donde más se necesitan, y colaboración entre países.
Las inversiones en programas de malaria ayudan a construir sistemas de salud más fuertes que no solo salvarán vidas y pondrán fin a esta enfermedad, sino que también nos protegerán de la próxima pandemia. Y eso creará un mundo más saludable y seguro para todos.
Este artículo fue publicado previamente en inglés en el blog de Bill Gates, The Gates Notes.
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