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Tribuna
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Desarrollo e inversión de impacto en busca del mismo propósito

Los fondos de muchas entidades que a día de hoy están depositados en activos financieros tradicionales, podrían activarse e invertirse para construir otra economía que sirva a las personas y al planeta

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Lina Trochez (Unsplash)

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Es de sobra conocido el trabajo que las entidades del tercer sector realizan enfocadas al cambio social y buscando su contribución a los Objetivos de Desarrollo Sostenible. En coherencia deberían incorporar en su estrategia la gestión de su patrimonio y sus finanzas de una manera coherente con los valores que representan. La inversión socialmente responsable (ISR), la inversión de impacto y los servicios de banca ética o con valores son una oportunidad para maximizar, con otros instrumentos, la propia misión social que persiguen las entidades sin ánimo de lucro en España. ¿Por qué no trabajar para que la economía y las finanzas estén al servicio de las personas y de un mundo mejor? ¿Por qué no pensar en invertir el patrimonio de acuerdo con nuestros valores? ¿Por qué no colocarlo allá donde sintamos que puede ayudar a transformar la realidad y, en la medida de lo posible, contribuyendo a alcanzar la misión de la entidad?

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La inversión socialmente responsable (ISR) y, más recientemente la de impacto, surgen como modelos de gestión patrimonial e inversión financiera acordes con lo que se va consolidando como un cambio sistémico en la gestión de la economía, incorporando a sus métricas y objetivos de gestión los impactos sociales y medioambientales, además de la rentabilidad financiera. Los antecedentes del movimiento de la responsabilidad social corporativa y de los enfoques de emprendimiento e innovación social abrieron el camino a este cambio de mirada en la gestión empresarial, de la economía y de las finanzas. De esta manera, la gestión financiera y la gestión patrimonial se suman al marco general de la sostenibilidad, de la Agenda 2030 y del necesario cambio en el sistema financiero ante los grandes retos que nuestra sociedad afronta: cambio climático, desarrollo, justicia social, desigualdad. En definitiva, se trata de poner el capital al servicio de la transformación social y del planeta.

Si bien el crecimiento y los resultados de la ISR y la de impacto han sido muy significativos en los últimos años, aún tiene un amplio margen de desarrollo en nuestro país, ya que aún representa un porcentaje modesto del mercado financiero general. En los últimos años se ha constituido un ecosistema de organizaciones creciente y cada vez más potente, que empieza a incorporar a grandes actores institucionales del mundo financiero.

Es habitual la idea de que esta gestión patrimonial y financiera es ajena y lejana al mundo de las organizaciones sociales y del tercer sector. Pero lo cierto es que muchas de ellas, especialmente las fundaciones, gestionan un patrimonio relevante. Y parece coherente promover una gestión de sus activos con una mirada socialmente responsable, buscando un impacto positivo social y medioambiental. Y adicionalmente, generando una fuente de diversificación de los ingresos regulares. El reto de introducir estas vías complementarias de financiación en el ámbito de las entidades no lucrativas no es menor al tratarse de un sector que tradicionalmente se financia a través de subvenciones públicas y contribuciones de donantes particulares, mayoritariamente. La ISR y la inversión de impacto pueden constituir una forma de complementar y diversificar a la vez que se consigue un impacto adicional al desarrollo del Sur Global y de otras iniciativas de emprendimiento social.

Esta conversación puede contribuir al debate actual sobre el papel de las organizaciones del tercer sector y establecer las bases para un cambio de paradigma en la gestión económica y financiera de las entidades no lucrativas.

La gestión patrimonial, el uso que hacemos del dinero, no es neutral, implica responsabilidad y tiene consecuencias e impacto

No se trata, en ningún caso, de sustituir la necesaria financiación basada en la donación solidaria de la ciudadanía y de las empresas, ni de la también necesaria contribución de la financiación pública a un sector cuyo desempeño es crítico para el bien común y el interés general. Se trata de buscar la coherencia en valores, propósito y misión en la gestión financiera y patrimonial.

Supone, además, una oportunidad de mejora en la gobernanza y en la gestión, y un refuerzo en mensajes hacia la sociedad general en la que existe todavía una necesidad de introducir la pedagogía financiera para impulsar su conocimiento y mejorar la conciliación entre el mundo financiero, económico, social y medioambiental

Los fondos de muchas entidades que a día de hoy están depositados en activos financieros tradicionales, podrían activarse e invertirse para construir otra economía que sirva a las personas y al planeta. Algunas organizaciones ya están dando pasos para ello, apostando por una gestión responsable del patrimonio y por garantizar mayor impacto y rentabilidad a través de la ISR y de impacto. Es el caso de la Fundación Anesvad, que ya ha conseguido que el 100% de sus inversiones se realicen bajo estos criterios. Y también el de otras fundaciones, que bajo la coordinación de la Asociación Española de Fundaciones y también en el marco del SpainNAB, el Consejo Asesor para la Inversión de Impacto y miembro de la Plataforma Global de GSG, han constituido un grupo de trabajo para impulsar esas iniciativas.

La filantropía, la donación y la solidaridad han sido señas de identidad de un sector que ha venido trabajando en el ámbito social, de inclusión y de cooperación internacional por un mundo más equitativo, justo y sostenible, tanto en nuestro país como en los países más empobrecidos. Ahora tenemos la oportunidad de incorporar también la gestión financiera y patrimonial en el alineamiento con estos objetivos.

La gestión patrimonial, el uso que hacemos del dinero, no es neutral, implica responsabilidad y tiene consecuencias e impacto. Es el momento de incorporar en la gobernanza de las organizaciones del tercer sector las prácticas de Inversión Socialmente Responsable y de Inversión de Impacto. Es tiempo de acción y de coherencia en una década de transformación y retos marcados por la Agenda 2030.

Antonio González es vicepresidente de la Fundación Anesvad.

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