Los exitosos 167 vuelos del dron médico
República Dominicana concluye un proyecto piloto con drones para entregar y recoger muestras de sangre y fármacos en poblaciones rurales de difícil acceso y mejorar la atención primaria
Cada vez que esa especie de pajarraco asomaba entre las montañas para descender hasta la comunidad, despertaba la sobrada curiosidad de sus niños y niñas. Jamás, sin embargo, se les pasó por la cabeza jugar con él o tirarle piedras. Sabían que lo que cobijaba bajo aquellas extrañas alas eran las medicinas de su abuelo, de su mamá o de algún vecino o vecina. El pajarraco en cuestión era un dron y durante dos años estuvo sobrevolando la provincia de San Juan de la Maguana, en el sur de la República Dominicana.
Fueron en total 167 los vuelos de prueba realizados en este tiempo que demostraron que es posible entregar y recoger con éxito y de forma segura, medicinas y muestras de sangre utilizando drones en zonas donde el acceso por la topografía se hace dificultoso. Es la principal conclusión de un proyecto piloto pionero en América Latina y el Caribe sobre el uso de drones para el transporte de insumos médicos en zonas rurales impulsado por el Banco Interamericano de desarrollo (BID) a través de su laboratorio de Innovación BidLab, y con la coordinación del Centro de Innovación de Drones del país caribeño, creado con el proyecto.
En buena parte de las zonas rurales de América Latina y el Caribe, alejadas de los centros urbanos, la atención médica, si la hay, suele dejar bastante que desear. En República Dominicana, la gran mayoría de la población utiliza la salud pública y el país cuenta con una buena red de centros de atención primaria, conocidos como de primer nivel, distribuidos por toda su geografía. Están atendidos además por médicos recién licenciados que cuando acaban la carrera realizan sus pasantías en zonas rurales. Son jóvenes con una gran vocación de servicio que se enfrentan, sin embargo, a muchas limitaciones por la baja capacidad resolutiva de esos centros, donde conseguir un medicamento o realizarse un análisis de sangre conlleva siempre muchas vicisitudes. Su lejanía con los hospitales regionales de referencia y el difícil acceso en coche por la topografía inciden negativamente en la calidad del servicio y la cantidad de pacientes que pueden atender.
Es el caso de las comunidades esparcidas por las sinuosas montañas de la provincia de San Juan de la Maguana. Allí hay 69 centros médicos que atienden a unas 320.000 personas, un promedio de 4.600 por centro. El proyecto con drones conectó los tres hospitales de las cabeceras municipales con seis de estos centros. Uno de ellos fue el de la comunidad de los Montacitos. Allí nació y trabaja como enfermera desde hace 15 años América Abreu.
Su centro de salud está solo a 20 kilómetros del hospital de referencia en el municipio de Bohechío, una distancia aparentemente corta pero que puede hacerse eterna cuando la salud está en juego. Ella misma lo experimentó cuando sufrió un aborto espontáneo y casi pierde la vida desangrada. No había vehículo que la transportara y la trasladaron en una hamaca. La situación no ha cambiado demasiado. “Cada vez que hay que hacer una analítica o una consulta más avanzada, nuestros pacientes deben conseguir transporte para llegar al hospital o llamar al servicio de emergencias. Todo se dificulta mucho. El médico aquí diagnostica, pero no tenemos los mecanismos. Tampoco contamos con ambulancia”, explica a través de WhatsApp.
No es de extrañar que los profesionales de la medicina de las zonas rurales que utilizaron el dron apreciaran y valoraran el proyecto piloto muy positivamente. “De alguna manera, el dron les ayudó a darle un sentido a su profesión. Muchas veces se sienten frustrados porque allá arriba en las montañas no tienen los instrumentos para poder ayudar a la comunidad e incidir en una mejora de la salud”, afirma en video llamada Smeldy Ramírez, el especialista del BidLab que diseñó la operación.
Con una buena operatividad y planificación, se podría lograr un ahorro en los costos de hasta un 68% en el transporte de medicinas, según el BID
América Abreu, como enfermera, lo ratifica. Y desea que, por el bien de su comunidad, implementen este sistema definitivamente. “Ya vimos las ventajas que tenía el dron cuando lo empleamos para enviar analíticas. Yo sacaba la muestra, se ponía en el dron y en menos de dos horas el médico tenía los resultados para poder diagnosticar y tomar las decisiones oportunas. El otro día lo echamos en falta cuando un señor tenía unos niveles de glucosa en sangre de 425. Estaba muy alto de azúcar y poco podíamos hacer porque ni siquiera teníamos una solución salina. Si hubiéramos tenido el dron, en menos de una hora hubiésemos mandando traer la solución salina y también la insulina pertinente”, lamenta la sanitaria. El trayecto por carretera de Montacitos al hospital de Bohecío dura 50 minutos. El dron despegaba de ese mismo hospital y aterrizaba en el centro de salud en solo 10.
El dron puede convertirse así en un complemento y un refuerzo para mejorar la atención primaria en zonas alejadas de muy difícil acceso, especialmente para el envío de muestras de sangre y de medicinas esenciales de manera rápida. También para casos urgentes de medicamentos que pueden incluso salvar vidas. Allá arriba, en las montañas, mucha gente dejaba de acudir a los centros de salud porque sabían que pocas veces les iban a resolver algo. Incluso mujeres embarazadas dejaban de hacerse pruebas poniendo en riesgo su salud y la de su bebé.
“El dron es una solución innovadora que permite aumentar el número de pacientes que son atendidos en zonas rurales sin necesidad de que tengan que desplazarse al hospital, con el gasto que eso supone. Si demuestras que mejoras la capacidad resolutiva de esos centros, la gente acude a realizarse sus pruebas de laboratorio porque sabe que va a recibir los resultados a tiempo, va a hacerse un chequeo u obtener las medicinas con la frecuencia e idoneidad que requieren”, explica Ramírez.
Desabastecimiento
Normalmente, a los 69 centros de atención primaria de la provincia de San Juan se les abastece una vez al mes de medicamentos e insumos médicos. Lo hace una furgoneta todoterreno que recorre las tortuosas y maltrechas carreteras de la región. La cantidad que reciben se basa en una estimación de consumo mensual, pero la realidad es que, todos los meses, las comunidades se encuentran con un problema de desabastecimiento de un medicamento u otro, o de varios, muchas veces esenciales. “El dron no es un sustituto al abastecimiento. Al final todo se reduce a un tema de logística, de última milla como le llamamos aquí, dónde puede ser apremiante tener un medicamento en el momento oportuno y que en muchas ocasiones, si ese fármaco no está, te puede costar la vida”, señala a través de video llamada Orlando Pérez, coordinador del proyecto y director del Centro de Innovación de Drones.
El proyecto capacitó a enfermeras y médicos de los centros de salud rurales como receptores del dron, para que supieran ponerlo a volar nuevamente a través de su propio dispositivo móvil, y a colocar correctamente las medicinas o las muestras de sangre. También hubo que informar e involucrar a las comunidades sobre los posibles beneficios del uso del aparato. Cuentan que la reacción de la gente de las comunidades al principio fue un poco incrédula. Siempre y cuando no se sobrepasen los dos kilos de carga, los drones pueden transportar medicamentos, pruebas de fiebre amarilla o cualquier cosa que se necesite en términos sanitarios, así como recoger lotes de muestras de sangre u orina para llevarlos desde los centros de salud locales hasta los hospitales o laboratorios especializados. Los drones pueden hacer hasta un total de seis vuelos diarios y uno solo puede ir a dos centros de salud siempre que se le programe para ello.
El BID Y el Centro de Innovación de Drones se muestran satisfechos con los resultados del proyecto. Aseguran que con una buena operatividad y planificación se podría lograr un ahorro en los costos de hasta un 68% en el transporte de medicinas. La duración del tiempo en los desplazamientos también se reduce en un 38% con respecto al vehículo a motor porque la distancia a recorrer se acorta. Reconocen que lo deseable sería hacer un par de pruebas piloto más para recabar información adicional en otras zonas con distintas condiciones y así aprender más y dar mejores recomendaciones.
Pero, en cualquier caso, se muestran optimistas con las posibilidades que ya pueda replicarse en otros lugares de condiciones similares a las de la provincia de San Juan. “Dejamos todo el procedimiento y el protocolo de cómo hacerlo. Esperamos con esto poder apoyar las decisiones públicas y privadas respecto del uso de esta tecnología al momento de acercar servicios básicos de salud en zonas topográficas de difícil acceso”, dice Ramírez.
Un estudio de la firma Oliver Wyman asegura que para 2035 habrá más drones que aviones en el espacio aéreo. Una de las áreas de uso con mayor impacto sería la salud
Desde el BidLab advierten, sin embargo, que el uso de este tipo de tecnología solo es conveniente allí donde tenga un sentido económico y práctico. “No es rentable utilizar drones para ir a lugares de fácil acceso, donde haya una carretera en buen estado o donde las existencias no se agotan con frecuencia. El dron tiene sentido en distancias cortas, para poblaciones de última milla, ubicadas en zonas con mala topografía y de difícil acceso”, recalca Ramírez.
El proyecto piloto con drones se realizó con el apoyo del Ministerio de Salud dominicano, un cambio de paradigma en este tipo de dispositivos que nacieron ligados a estrategias militares con fines de guerra. Con el tiempo, pasaron a tener un uso más comercial e incluso, con la mejora de la tecnología, estos pequeños aviones no tripulados se utilizaron en desastres naturales y en proyectos de ayuda humanitaria como el que se realizó en Malaui, de la mano de Unicef, para el diagnóstico infantil temprano del VIH-sida.
La tecnología de estos dispositivos seguirá mejorando y sus costos abaratándose. El potencial es enorme. Los drones de hoy ya resisten la lluvia y llevan hasta paracaídas incorporado. Su uso está avanzando aceleradamente, especialmente para temas de logística. Un estudio de la firma Oliver Wyman asegura que para 2035 habrá más drones que aviones en el espacio aéreo. Una de las áreas de aplicación de drones con mayor impacto sería precisamente la de la salud. De hecho, la industria del dron ha ido trabajando en alguna propuesta ante la covid-19 y no es descartable que se utilice en aspectos relacionados con la pandemia. “La covid representa una oportunidad excepcional para posibles implementaciones del dron pensando en el transporte de los tests para detectarlo y de la vacuna cuando la haya. Ahí puede ser de gran valor”, concluye Ramírez.
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