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editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Una Europa más firme

La UE puede hacer valer su poder económico y regulatorio para contrarrestar los ataques y amenazas de Donald Trump

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el vicepresidente de EEUU, J.D. Vance, durante un encuentro el martes en París.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el vicepresidente de EEUU, J.D. Vance, durante un encuentro el martes en París.Thomas Padilla (AP)
El País

La respuesta de la Comisión Europea a las amenazas de Donald Trump está siendo extraordinariamente respetuosa, ya se hable de imponer aranceles, de socavar la integridad del territorio europeo (en Groenlandia, es decir, en Dinamarca) o de exigir que los Veintisiete dupliquen el gasto militar. Por ahora, Bruselas habla de defender los intereses europeos y la legalidad internacional y recuerda el historial de complicidades con EEUU. Se trata de la vieja táctica de ponerse de perfil para ver si las balas pasan de largo. Difícilmente pasarán: el superávit comercial de la UE con EE UU asciende a 235.000 millones, “una atrocidad” en palabras de Trump. Washington ha percutido hasta ahora sobre México y Canadá, y en menor medida China. La siguiente diana es Europa. Tanta circunspección corre por tanto el riesgo de interpretarse como debilidad. De ahí la oportunidad de las manifestaciones de algunos mandatarios europeos, que ya han advertido que habrá una respuesta inmediata si EEUU adopta medidas agresivas.

Ya lo ha hecho. Trump ordenó el lunes la imposición de aranceles del 25% sobre el acero y el aluminio (en principio universales e inespecíficos y, por tanto, ilegales a la luz de la OMC). Amenazar a sus aliados no parece un capricho: es el mensaje de Trump al mundo de que está dispuesto a todo. Europa debe pues demostrar que no es solo una pacífica exportadora sino también una potente consumidora de productos y servicios de alta tecnología de los EEUU: la principal baza de Europa es su poder de compra. Ayer, en el encuentro sobre inteligencia artificial de París, el vicepresidente J. D. Vance criticó la “regulación excesiva”. Una alusión directa a la UE por defender con la ley que las plataformas no practiquen la injerencia en otros países o la intoxicación informativa. Ese es hoy el verdadero campo de batalla.

Vance recordó que solo acepta las reglas dictadas por los consorcios tecnológicos estadounidenses. Una actitud intolerable ante la que la UE debe hacer valer tanto las normas comunitarias (la directiva de servicios digitales) como herramientas legales a su disposición (el Instrumento Anticoerción). Y, por supuesto, trabajar por su autonomía. De ahí la pertinencia de lo anunciado ayer, delante de Vance, por Ursula von der Leyen: una inversión en el sector de la IA de 200.000 millones de euros, la mayor asociación público-privada del mundo para el desarrollo de una inteligencia artificial confiable. Donde la palabra confiable es casi tan importante como las otras dos.

Trump ha dado sobradas muestras de que no quiere negociar, quiere subir aranceles para ingresar más. Europa puede optar por seguir a la espera y poner paños calientes cuando lleguen los problemas o por presentar un plan articulado. La UE está en estado de transición permanente: su provisionalidad es casi su razón de ser. Pero es el momento de la firmeza: de dar un paso adelante.

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