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TRIBUNA
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Discursos de odio y respuesta ciudadana

Los grupos proclives al fanatismo y al racismo no surgen de la nada, se forman a partir de experiencias negativas que conviene tener en cuenta

Protestas contra Alternativa por Alemania en Renania del Norte-Westfalia en febrero de 2020.
Protestas contra Alternativa por Alemania en Renania del Norte-Westfalia en febrero de 2020.Guido Kirchner (dpa)
Juan José Tamayo

Una primera aproximación a la construcción de los discursos de odio en los partidos de la derecha y la extrema derecha podría partir de la conferencia Rasgos del nuevo radicalismo de derecha, que Theodor W. Adorno pronunció en abril de 1967 en el Neues Institutsgebäude de la Universidad de Viena, invitado por la Asociación de Estudiantes Socialistas de Austria. La conferencia fue grabada y guardada en la Österreichsche Mediathek. La edición actual en castellano (Taurus, 2020) responde a aquella grabación. La conferencia analiza el espectacular ascenso del neonazi Partido Nacional Democrático Alemán (NPD) en las elecciones de 1967. Sus análisis, que se centran en los objetivos, recursos y estrategias del radicalismo de derecha de entonces, siguen siendo válidos hoy.

Adorno considera el extremismo de derechas como un problema real y político, y no psicológico e ideológico. Se caracteriza por el anti-intelectualismo, el carácter autoritario y el uso “de un número pequeño de trucos estandarizados y totalmente cosificados que se reiteran una y otra vez, que son en gran medida pobres y endebles, pero que, por otro lado, debido a la repetición constante que de ellos se hace, logran tener para esos movimientos cierto valor propagandístico”.

En el auge del extremismo que conforma a los partidos de derechas, concede especial importancia a la propaganda que es “sobre todo una técnica de psicología de masas” y no va destinada tanto a la difusión de una ideología, que es demasiado inconsistente, cuanto a mantener ocupadas a las masas. En la propaganda se utilizan las mentiras, hoy hablamos de las fake news.

Características del radicalismo de derechas son también el formalismo de corte jurídico, el “idealismo vulgar”, el irracionalismo, el nacionalismo y el sadismo camuflado, que reclama la reintroducción de la pena de muerte al tempo que exige la impunidad para los verdugos de Auschwitz.

Los grupos proclives al fanatismo y al racismo se forman a partir de experiencias negativas. El odio no surge de la nada, tiene un contexto histórico y cultural específico, unos motivos y unos porqués. Recurriendo a la alegoría de Shakespeare, que hace suya la intelectual alemana Carolin Emcke (Contra el odio), alguien tiene que haber provocado la pócima que provoca la reacción del acérrimo y encendido odio. Son “unas prácticas y convicciones fríamente calculadas, largamente cultivadas y transmitidas durante generaciones”, alimentadas por foros de debate, publicaciones, medios de comunicación, canciones, discursos, tertulias.

Adorno cree que no deben subestimarse los movimientos de la derecha extrema, ni considera que vayan a fracasar por tener un ínfimo nivel intelectual, una falta de teorización y una oscuridad en los fines porque de lo que sí disponen es de una extraordinaria perfección de las técnicas y los medios propagandísticos, que constituyen “de por sí la sustancia misma de la política”, como así sucedió con los nazis.

La extrema derecha política, cultural, económica y social, en alianza con las organizaciones religiosas integristas y fundamentalistas y con no pocos de sus dirigentes, tiene hoy una responsabilidad no pequeña en los discursos y los delitos de odio a través de la práctica de la dialéctica amigo-enemigo, nosotros-ellos, personas nativas con todos los derechos-personas extranjeras sin derechos, masculinidades hegemónicas-inferiorización de las mujeres, personas creyentes-no creyentes, culturas hegemónicas-culturas subalternas, etcétera.

Pero la sociedad no está exenta de responsabilidad en la medida en que legitima con frecuencia los discursos de odio con el silencio, la inacción, cruzarse de brazos por creer que no se puede hacer nada por evitarlos o esperar a que pase la ola reaccionaria. Nosotros también podemos ser generadores y transmisores de odio. Por eso tenemos que hacer un acto de introspección y revisar nuestras emociones e inclinaciones descontroladas a la ira, al asco, al odio y a las microfobias anidadas en nuestros rincones sentimentales y mentales.

¿Cómo defendernos de todo esto? Adorno cree que no sirve la táctica de guardar silencio sobre estos temas, que es necesario mostrar las contradicciones en las que están montados esos partidos y hacer ver a la ciudadanía la escisión que existe en la conciencia de las personas autoritarias y represivas desde el punto de vista político, que reaccionan de manera distinta cuando están en juego sus intereses. Es uno de los puntos de partida más importantes para reaccionar contra esos movimientos.

Para deconstruir los discursos de odio, que tienden a desembocar en prácticas violentas, ofrezco a la ciudadanía algunas propuestas a llevar a cabo: primera, reconocer y respetar la igual dignidad y los derechos de todos los seres humanos sin ningún tipo de discriminación; segunda, construir comunidades integradoras del pluriverso étnico, cultural, religioso, político, afectivo-sexual, donde quepamos todas y todos, también la naturaleza, practicando la eco-fraternidad-sororidad, la ciudadanía global y la cuidadanía (de cuidados); tercera, deconstruir las fake news en las que se basan los discursos de odio; cuarta, comprometernos en los movimientos sociales que luchan contra el racismo, la exclusión social, la discriminación cultural, el patriarcado, el sexismo, la aporofobia, la homofobia, la LGTBIQfobia; quinta, fomentar un cambio de lenguaje: del anti a inter, del nosotros-ellos a un nos-otros inclusivo, de la identidad singularista a la inter-identidad, del uni-verso al pluri-verso.

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