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Columna
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La misión de Musk

Desde la llegada del magnate, X se ha convertido en una caótica plataforma a favor de los partidos populistas

Elon Musk
Elon Musk, en una entrega de premios en Los Angeles.Mario Anzuoni (REUTERS)
Carmela Ríos

Tiene nombre de crecepelo de teletienda, pero contiene tecnología fina, tanta y tan bien aplicada como para movilizar durante meses a policías y expertos en ciberseguridad de Estados Unidos, Holanda y Canadá. Meliorator es un programa informático alimentado con inteligencia artificial que Rusia utiliza desde hace dos años para crear masivamente personas ficticias de diversas nacionalidades en las redes sociales. La aplicación define para cada una de ellas lo que el sistema denomina “almas” y “pensamientos”, es decir, propósitos ideológicos y mensajes políticos a partir de los cuales las falsas cuentas inventan sus propias publicaciones con un nivel de realismo tal que parecen humanas. De la mano de Meliorator ha emergido desde 2022 un ejército de perfiles de X que, infiltrados entre los usuarios de Estados Unidos, Polonia, Alemania, Países Bajos, Ucrania, Israel y España, tuitean, retuitean, comparten y perpetúan narrativas falsas. La arquitectura del Meliorator, que incluye un sistema para que las cuentas falsas no puedan ser detectadas, no hace más que constatar lo que nos temíamos: la inteligencia artificial ha elevado la ingeniería de la mentira a otro nivel: multiplica el caudal de desinformación, mejora la calidad de sus contenidos, amplía sus dominios geográficos y abarata los costes notablemente.

Si bien, como señalan los investigadores, el programa está diseñado para ser usado en distintas redes sociales, ha sido Twitter (X) el terreno mejor abonado para la consolidación y éxito de Meliorator. No resulta extraño. Se diría que, desde su llegada a la compañía en octubre de 2022, Elon Musk ha impulsado todas las modificaciones necesarias para hacer de Twitter el más eficaz brazo armado para las operaciones de desinformación y de los discursos de odio. El patrón ha aniquilado a sus equipos de moderación y los ha sustituido por un mecanismo de arbitraje de contenidos, las denominadas “notas de comunidad” que elaboran los propios usuarios. Sin embargo, estas se han visto fagocitadas en parte por el enfrentamiento político y los bulos. Musk, el “absolutista” de la libertad, ha llenado la red de ultras y ha permitido el regreso de neonazis, negacionistas, conspiranoicos o antisemitas que habían sido expulsados por sus mentiras y excesos verbales. Los que antes infringían las normas, son ahora los reyes del mambo.

Que de la fiesta de Musk todos salgan con unas pocas mentiras de más habla también el desastroso balance del programa de verificación de cuentas de Twitter previo pago. El sistema, que en su origen permitía identificar a usuarios reales o de cierta relevancia, es hoy una herramienta más en el estuche de los desinfomadores. No hay manipulación que se precie en Twitter sin un buen puñado de cuentas falsas engalanadas con el símbolo azul, como nos recuerda cada día el trabajo de los periodistas y los organismos de verificación. El patrón está contento mientras todos pasen por caja. No tanto la Comisión Europea que advirtió la semana pasada que el denominado sistema blue check induce a los usuarios al engaño y está siendo utilizado por “actores maliciosos”. Musk se salta a la torera la normativa europea sobre transparencia publicitaria y cierra el acceso a sus datos públicos a los investigadores. Si quieren acceder a ellos, deben pagar cantidades difícilmente asumibles.

Mientras que la Comisión Europea decide cuándo llegará el momento de sancionar, y no de apercibir, ya nos hemos plantado en el verano de 2024. Y empezamos a vislumbrar el acontecimiento que parece haber guiado a Elon Musk en su misión histórica: hacer de Twitter una libérrima y caótica plataforma que ayude a llegar al poder a candidatos como Trump y a partidos populistas de todo el mundo con los que Musk parece entenderse a las mil maravillas. Estamos a cuatro meses de las elecciones presidenciales estadounidenses y Musk, por si no nos había quedado claro, ha entrado en campaña.

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