Menores en las redes
El efecto adictivo que persiguen los algoritmos de muchas plataformas se agrava en el caso de los niños
Diferentes organismos e instituciones han comenzado a tomar iniciativas legales y judiciales para que las compañías responsables de redes sociales asuman los efectos nocivos que provocan en los menores y modifiquen su forma de operar. La Comisión Europea acaba de abrir un expediente sancionador contra TikTok por falta de transparencia y por no proteger a los menores frente a contenidos dañinos y prácticas adictivas. Si en la investigación se demuestra que ha violado la Ley de Servicios Digitales de la UE, la plataforma puede ser sancionada con el equivalente al 6% de su volumen de negocio mundial.
También la ciudad de Nueva York ha demandado a TikTok, Meta, Snap y YouTube, “por alimentar la crisis de salud mental juvenil” y por el impacto que esto tiene en la salud pública. La demanda, presentada ante el Tribunal Superior de California, pone el foco en el uso de algoritmos cuya finalidad expresa es crear adicción, exactamente igual que hizo la industria tabaquera al añadir ciertos adictivos a los cigarrillos. Se suma así a iniciativas previas, como las demandas presentadas por la red de escuelas públicas de Seattle, dos condados de California, grupos de familias o los 41 Estados norteamericanos que en octubre denunciaron conjuntamente a Meta. La compañía se ha defendido indicando que tiene más de 30 herramientas para ayudar a los niños y a sus padres a hacer un uso adecuado de las redes. Pero a la vista está que los algoritmos son más poderosos.
El uso de las redes sociales no es el único factor que interviene, pero es el diferencial que explica el aumento de trastornos como estados de ansiedad, adicción y episodios depresivos, que en algunos casos graves pueden conducir al suicidio. Diferentes estudios han corroborado también el efecto que el enganche a internet tiene en el rendimiento escolar e incluso en la pérdida de habilidades sociales. No todos los niños reaccionan igual, pero la sociedad ha de garantizar su protección, especialmente la de los más vulnerables. Algo a lo que deben contribuir también las familias vigilando tanto el consumo como la sobreexposición de menores. Para abrir una cuenta en TikTok o Instagram hay que tener al menos 13 años, lo cual no ha impedido la aparición de una generación de influencers dedicados a la promoción de productos de belleza que no alcanzan esa edad, los llamados Sephora Kids.
Mientras, la legislación avanza con dificultad, siempre por detrás de la capacidad de innovación del sector. Las demandas presentadas y el expediente abierto por la Comisión Europea apuntan directamente al modelo de negocio de estas empresas, basado precisamente en la aplicación de algoritmos con gran capacidad de expansión y penetración. La UE impuso en septiembre a TikTok una multa de 345 millones de euros por vulnerar la directiva sobre protección de datos, en este caso de menores, y el año pasado multó a Instagram, propiedad de Meta, con otros 405 millones por el manejo indebido de información personal de niños y adolescentes. El nuevo marco regulatorio que establece la Ley de Servicios Digitales permite ampliar los controles. Por ahora se aplica a las 19 mayores grandes empresas —aquellas que tienen más de 45 millones de usuarios—, entre ellas Instragran, Facebook, TikTok, X (antiguo Twitter), Zalando, Amazon o AliExpress, pero hay operativas hasta 25. La aplicación rigurosa de la ley es de vital importancia para restaurar la confianza y la seguridad en el espacio digital. La prioridad debe ser la protección de los menores frente a las redes sociales por el carácter irreparable de algunos de sus efectos más nocivos.
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