_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La guerra de los niños

En el conflicto en Gaza, los menores están por todas partes. Son casi la mitad de los 15.000 muertos bajo las bombas de Israel

Un grupo de niños espera al reparto de comida al sur de la franja de Gaza.
Un grupo de niños espera al reparto de comida al sur de la franja de Gaza.Abed Rahim Khatib (Anadolu/Getty Images)
Ana Fuentes

Da igual a donde miremos, en la guerra entre Israel y Hamás los niños están por todas partes. Son casi la mitad de los 15.000 muertos en Gaza bajo las bombas, y muchos de los amputados y de los sepultados bajo los escombros; al menos 29 murieron en los ataques de Hamás del 7 de octubre; están entre los rehenes israelíes liberados y los presos palestinos excarcelados por el Gobierno israelí. Los vemos saliendo de la Franja para no volver jamás a casa y en Israel esperando a sus familiares retenidos. El cirujano Ghassan Abu-Sitta, palestino británico, acaba de volver al Reino Unido después de trabajar en Gaza e insiste en que esta es una guerra contra la infancia.

Hace ya un mes, la ONG Save The Children dijo que en los ataques de Israel habían perdido la vida más niños que en todas las guerras del mundo juntas en los últimos tres años. Desde entonces, la cifra ha ido aumentando y a los trabajadores humanitarios se les agotan las metáforas: la Franja es una tumba inmensa de críos. Gaza es un infierno. No han visto nada igual. Sus padres no pueden protegerlos, sus escuelas ya no existen. Los médicos no tienen cómo curarlos.

Algunos menores se han convertido en símbolos internacionales, como Abigail Edan, la primera rehén estadounidense-israelí liberada por Hamás. Acaba de cumplir cuatro años y vio cómo la milicia islamista mató a sus padres antes de secuestrarla. El presidente estadounidense, Joe Biden, se centró en ella para presionar al Gobierno de Netanyahu por un alto el fuego temporal. Del lado palestino, las víctimas son tantas que paradójicamente el mundo no les pone cara. La excepción es Ahed Tamimi, que ya tiene 22 años y ha pasado por la cárcel varias veces. Este miércoles fue una de las presas liberadas a cambio de rehenes. Con solo 11 años, Tamimi llamó la atención de los medios internacionales por enfrentarse a los soldados israelíes con el puño en alto. Desde entonces es una de las activistas más conocidas contra la ocupación ilegal de los colonos y los abusos del ejército contra los menores palestinos. Porque aunque Israel haya liberado a algunos, cientos de niños y adolescentes siguen en la cárcel sin saber por qué, detenidos sin cargos ni juicio.

Mientras los políticos trabajan por extender la tregua, los chavales aprovechan y viven. Achuchando a sus mascotas en Israel, chapoteando en la playa de Gaza sin miedo a que les disparen. Hay que pensar en todos ellos para perfilar el día después. Israel tiene una infraestructura fuerte para acompañar a sus menores, pero los palestinos no. Un adolescente de 15 años de Gaza ha vivido ya cinco guerras entre Israel y Hamás. Aunque solo pensase en lo militar, la mejor estrategia de futuro para Israel es apoyar a esos niños, no abandonarlos.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Ana Fuentes
Periodista. Presenta el podcast 'Hoy en EL PAÍS' y colabora con A vivir que son dos días. Fue corresponsal en París, Pekín y Nueva York. Su libro Hablan los chinos (Penguin, 2012) ganó el Latino Book Awards de no ficción. Se licenció en Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid y la Sorbona de París, y es máster de Periodismo El País/UAM.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_