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EDITORIAL
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El no es no del PNV al PP

El intento de Feijóo de buscar un Gobierno de derechas está condenado por el fanatismo antinacionalista de Vox

El presidente del PNV, Andoni Ortuzar, intervenía el 29 de julio en Bilbao en el acto organizado por el partido para conmemorar el 128º aniversario de su fundación.
El presidente del PNV, Andoni Ortuzar, intervenía el 29 de julio en Bilbao en el acto organizado por el partido para conmemorar el 128º aniversario de su fundación.Javier Zorrilla (EFE)
El País

La tajante negativa del Partido Nacionalista Vasco a prestar sus votos para la investidura de Alberto Núñez Feijóo como presidente del Gobierno viene a poner fin a una maniobra melancólica del PP y Vox para formar una mayoría de derechas con los escaños surgidos de las elecciones del 23-J. Vox publicó un comunicado el domingo en el que garantizaba el apoyo de sus 33 diputados a Feijóo sin contrapartidas, lo que le otorga 171 votos. La esperanza era desactivar la imagen del PP y Vox como un bloque con aspiraciones de gobernar. Al quitar de la ecuación la posibilidad de que la ultraderecha formara parte del Gobierno, supuestamente el PNV, partido relativamente próximo al PP en cuestiones económicas, podría votar a favor de Feijóo y garantizar así su investidura. La dirección del PNV ya había decidido el pasado 24 de julio su negativa incluso a hablar con el PP. Y este lunes se reafirmó en esta posición de forma fulminante, y por la muy pública vía de Twitter. La jugada duró menos de 24 horas.

El mensaje del PNV no puede causar sorpresa a nadie, y menos al propio PP. Solo hay que leer el comunicado de Vox, donde al mismo tiempo que afirma que no quiere ser un impedimento para que otros apoyen a Feijóo, lo hace con el mismo lenguaje en el que llama a los partidos nacionalistas “enemigos de España” y alerta de las catástrofes habituales si llegara a reeditarse el Gobierno actual. La necesidad que tiene Pedro Sánchez de contar con Junts, el partido del expresident fugado Carles Puigdemont, no ha hecho sino desbocar aún más ese discurso. Y la cada vez más intensa competencia entre PNV y EH Bildu por el voto nacionalista en Euskadi solo puede acentuar esa distancia. El lenguaje de Vox es incompatible con el supuesto objetivo de allanar los argumentos para que los nacionalistas apoyen a Feijóo, a no ser que la propuesta de encontrar cinco votos socialistas en realidad no fuera una broma.

El PNV ha votado a favor para que fueran presidentes del Gobierno Felipe González (1993), José María Aznar (1996) y Pedro Sánchez (2019). Se abstuvo en las votaciones de José Luis Rodríguez Zapatero (2004 y 2008) y Mariano Rajoy (2012). El PP debe hacer la reflexión de por qué Alberto Núñez Feijóo no puede contar ni con el voto a favor de los nacionalistas vascos, como Aznar, ni con la abstención, como Rajoy. Por qué por primera vez el PNV, cuyo principal argumento para apoyar presidentes es dar estabilidad institucional en España a cambio de hacer avanzar sus prioridades en el País Vasco, está más dispuesto a ofrecer sus votos a un candidato que ha quedado segundo en las elecciones y depende de siete grupos parlamentarios para ser investido. Que Feijóo no tenga ningún interlocutor fuera de la derecha española se debe únicamente a que tiene a Vox subido en los hombros, y a la evolución que esa realidad ha impuesto en el discurso del PP en los últimos cinco años. El aislamiento del PP no tiene que ver con ser de derechas, sino con dar pábulo a una versión involucionista del conservadurismo español que, en alianza con Vox en cuatro autonomías, pone en peligro avances sociales e institucionales surgidos de la Constitución. Los pactos regionales hacen indisimulable esa realidad. Salvo sorpresa, nadie más que Vox va a acompañar al PP en ese camino.

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Tiene razón la dirección del PP cuando se sorprende de que un candidato con 171 votos garantizados, a solo cinco de la mayoría absoluta, pudiera no llegar a ser investido. González, Zapatero, Rajoy y Sánchez fueron presidentes con menos votos. Pero ninguno de ellos cogobernaba en múltiples instituciones con quienes llaman a sus rivales políticos “enemigos de España”.


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