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Anatomía de Twitter
Columna
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Guaidó, auge y caída de un ‘trending topic’

Está por ver si el último movimiento del líder opositor ha sido una buena idea o, como muchas en los últimos tiempos, otra ocurrencia

Juan Guaidó durante una rueda de prensa en Miami, el pasado jueves.
Juan Guaidó durante una rueda de prensa en Miami, el pasado jueves.Eva Marie Uzcategui (Bloomberg)
Javier Lafuente

La imagen es elocuente. El hombre, de casi 40 años, camina por el aeropuerto de Miami con apenas una mochila al hombro. Nada haría pensar a quien no lo conozca que es la misma persona que hace tres años era ovacionado en el Congreso de Estados Unidos; que se sentaba en el Despacho Oval con el presidente; que viajaba por toda Europa y parte de América Latina con trato de jefe de Estado, como cuando fue recibido en la Casa de Nariño de Colombia con alfombra roja. Es la misma persona que en 2019 se autoproclamó presidente de Venezuela y como tal fue reconocido y respaldado por más de 60 países democráticos. Ahora, Juan Guaidó camina por el aeropuerto de Miami sin mayor trascendencia. Está por ver si su último movimiento ha sido una buena idea o, como muchas de las que ha acumulado en los últimos tiempos, otra ocurrencia.

Guaidó llegó a Estados Unidos después de salir de Colombia, donde no fue bienvenido por el actual Gobierno. Había cruzado de nuevo al país vecino de Venezuela por la frontera, como en su día hizo con dudoso apoyo de quienes la controlan para asistir a un enorme evento en Cúcuta. Guaidó amaneció esta semana con un comunicado por redes sociales en el que decía que se trasladaba a Bogotá para asistir a la cumbre que Petro había convocado para buscar el enésimo acercamiento entre oposición y el Gobierno. Un nuevo golpe efectista del líder opositor que, esta vez, apenas duró unas horas. Lo que tardó en llegar a la capital colombiana y constatar que, o se iba a Estados Unidos o corría el riesgo de ser deportado a Venezuela. “Llegó de manera inapropiada”, dijo el canciller anfitrión, Álvaro Leyva, enseñándole el camino a seguir.

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Para alguien que ha seguido de cerca el auge y ocaso de Guaidó lo más llamativo sin duda son las formas. El líder opositor ha sido un permanente trending topic los últimos cuatro años, con toda la exageración que el término y la exposición conlleva. Un político, un producto no pocas veces, perfectamente acomodado a las redes sociales, la única vía que tiene la oposición para hacer llegar sus mensajes, toda vez que el Gobierno sigue siendo una engrasada máquina de bloquear y perseguir. Desde que ganara por la mínima las elecciones a Henrique Capriles poco después de morir Hugo Chávez, nadie había logrado poner contra las cuerdas a Nicolás Maduro y al chavismo como Guaidó.

Por las redes hemos podido ver a alguien que transmitía sus comparecencias auspiciado por banderas de Venezuela, cual jefe de Estado desde la sede de la denominada presidencia interina, en un edificio en Caracas acomodado como tal. Por las redes sociales también hemos podido percibir su declive, el deterioro de una imagen a través de la cual Guaidó elevó hasta niveles insospechados su personaje. Ese mismo al que, con el tiempo, todos fueron arrinconando y él solo se arrinconó.

Una de las fotos más recordadas de Guaidó es tratando de saltar la verja que daba acceso a la Asamblea Nacional de Venezuela en enero de 2020. Con él en lo alto se veía, debajo, una horda de cámaras que le seguían a cada paso. Tres años después, sentado en el asiento del avión que lo llevaría de Bogotá a Miami, con apenas un audífono puesto, Guaidó grababa un mensaje: “Me están sacando de Colombia”, decía, con un tono que, se puede percibir, estaba lejos de cualquier mal trato, pero sobre todo, de la pompa y de los focos de los que gozó.

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Sobre la firma

Javier Lafuente
Es subdirector de América. Desde 2015 trabaja en la región, donde ha sido corresponsal en Colombia, cubriendo el proceso de paz; Venezuela y la Región Andina y, posteriormente, en México y Centroamérica. Previamente trabajó en las secciones de Deportes y Cierre del diario.

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