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ANATOMÍA DE TWITTER
Columna
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¿Acaso obliga Tinder a tener sexo?

Las redes recuperan el casposo “la culpa fue de la minifalda” para burlarse de una propuesta contra el ciberacoso

Natalia Junquera
Tinder
Un usuario consulta Tinder.Nikolas Kokovlis (Getty)

Una aplicación de citas se convirtió este jueves en trending topic por el siguiente mensaje de la candidata de Más Madrid a la presidencia de la Comunidad, Mónica García: “El 57% de las mujeres en Tinder se han sentido presionadas para tener sexo. Proponemos una ley contra la violencia digital, una app pública para denunciar el ciberacoso y protocolos contra la violencia machista en apps de citas”. Acababa de reunirse con una entidad especializada en ciberacoso, MujeresTech, y con la asociación de mujeres juristas Themis y los datos que citaba pertenecen a un informe presentado por la Federación de Mujeres Jóvenes el pasado marzo. Colgó el tuit a las 8.15 de la mañana y nueve horas más tarde tenía casi 3.000 comentarios, la mayoría burlándose de la iniciativa, calificada por varios tuiteros de intento de “nacionalizar” el ligoteo.

Como ocurre a menudo en Twitter, el debate no se generó sobre el contenido literal de unas declaraciones, sino sobre la primera interpretación sobre las mismas que triunfó en la red social. Así, la propuesta de crear una aplicación de denuncia para casos de ciberacoso con protocolos específicos, como los que ya existen en lugares de ocio — y que se aplicaron, por ejemplo, en el caso Dani Alves— se convirtió en un supuesto plan para crear una aplicación pública de citas, y “sentirse presionada para tener sexo” equivalía en la conversación tuitera a la oportunidad de mantener relaciones sexuales: “¡Cómo son los machistas heteropatriarcales en las redes! Te apuntas a Tinder y te proponen relaciones sexuales. ¿Qué será lo siguiente? ¿Qué te encuentres en LinkedIn proposiciones laborales?”, se burló @JonMendezIz. “Es que todo el mundo sabe que uno se apunta a Tinder para rezar el rosario en familia, querida”, le respondió a Mónica García @jfitzEdwards. “Claro, se sienten tan presionadas que por eso están en Tinder, porque como todo el mundo sabe esta app es para intercambio de recetas culinarias”, replicó @gramuag21.

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El informe presentado por la Federación de Mujeres Jóvenes recoge que el 21,7% de las mujeres consultadas que tuvieron citas a través de Tinder aseguran que “fueron forzadas a tener una relación sexual mediante violencia explícita”. El pasado noviembre, la policía detuvo a un hombre de 43 años acusado de al menos diez agresiones sexuales que engañaba a sus víctimas a través de esta aplicacion de citas, donde empleaba una identidad falsa. Otras mujeres aseguraron que se había quitado el preservativo en mitad de la relación sexual, lo que también es agresión. Tras el encuentro, las bloqueaba en las redes para que no pudieran dar con él.

El Código Penal castiga ya las agresiones sexuales y el ciberacoso. La ley del solo sí es sí establece que las administraciones públicas “desarrollarán actuaciones encaminadas a la detección e identificación de situaciones de violencia sexual” con “protocolos específicos”. Pese a lo que parece, la opinión extendida en Twitter —básicamente, que si estás en Tinder, sí o sí quieres tener sexo con quien sea y como sea— la empresa de citas oferta en su web “un sinfín de posibilidades, busques lo que busques” y advierte, en una pestaña titulada “seguridad”, que si un usuario presiona para verse en privado las primeras veces, el otro no acuda al encuentro; que “el sexo no es algo que se le deba a nadie” y que si se tiene una “experiencia negativa” no debe culparse por ello y sí denunciarlo. Esta semana la aplicación anunció que reforzaba su proceso de verificación.

El problema existe, como muestra la regulación pública y privada que trata de evitarlo, y sobre todo, el hecho de que para demasiada gente, a la vista de la burla indiscriminada en Twitter, descargarse una aplicación suponga barra libre, la versión moderna y digitalizada, del casposo “la culpa fue de la minifalda”.

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Sobre la firma

Natalia Junquera
Reportera de la sección de España desde 2006. Además de reportajes, realiza entrevistas y comenta las redes sociales en Anatomía de Twitter. Especialista en memoria histórica, ha escrito los libros 'Valientes' y 'Vidas Robadas', y la novela 'Recuérdame por qué te quiero'. También es coautora del libro 'Chapapote' sobre el hundimiento del Prestige.

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