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Columna
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Este nuevo mundo ballardiano

La nueva ola de ‘schadenfreude’ que atraviesa el firmamento es un bucle capitalista que conecta la diabetes con Madonna, pasando por Elon Musk

Kim Kardashian en París, en marzo de 2019.
Kim Kardashian en París, en marzo de 2019.FRANCK FIFE (AFP)
Marta Peirano

La última dieta milagro es una solución inyectable en pluma precargada de un activo llamado semaglutida. Está diseñada para la diabetes de tipo 2, pero es más efectiva disolviendo michelines que el ayuno intermitente, más cómoda que hacer yoga en una sauna y más rápida que una anorexia propiamente dicha. Los efectos secundarios habituales son náuseas, vómitos, deshidratación y retinopatía. También puede causar pancreatitis aguda y cáncer de tiroides pero el más temido por las famosas —y el más celebrado por el público— es un malaise de origen kármico denominado Ozemic face.

Breve curso de física para Kardashians: una dieta exenta de grasa, calorías, azúcares, gluten y alcohol extrae de tu rostro la firmeza junto con el agua, masa muscular, depósitos adiposos y razones para vivir. “A partir de los 30, la mujer ha de elegir entre su derrière y su visage”, decía Catherine Deneuve. Con Ozempic, puedes despejar el 15% de tu masa corporal sin cenar brócoli, levantar pesas o correr en mallas por el borde de la carretera. Tus mofletes se derramarán como un bizcocho que llega al horno con la levadura caducada. Si pensaste que, comiendo galletas, te harías pequeña como Alicia, pero todo lo que sube baja y todo lo que adelgaza se convierte en ¡Ozempic face!

“Esas pacientes de 50 años que aparecen por la oficina superflacas y suplicando implantes que nunca habían necesitado antes ―decía el cirujano neoyorquino que acuñó el hashtag en el New York Post―, las miro y les digo hace cuánto que estás con Ozempic”. Sin seguro ni diabetes sale por unos 1.400 dólares mensuales, pero qué es el dinero cuando Kim Kardashian quiere entrar en el lamé dorado de Marilyn. Pronto tendrá la cara de un panecillo deshidratado, o al menos eso esperan los fans. Pero las fotos de la Met Gala serán para siempre #Yolo #howdareyou #WishYouWereHere.

La cirugía plástica tiene un origen trágico: se inventó para reconstruir los rostros atravesados por la metralla, las bombas y también por la sífilis después de la primera gran guerra. Después la rinoplastia se puso de moda entre las familias judías para encriptar su semitismo y esquivar la persecución. Hoy cambiamos de cara para sobrevivir en este nuevo mundo ballardiano de exposición permanente o destrucción inminente, juventud eterna o juicio final. La belleza genera followers, contratos, votantes, piscinas infinitas y compras en Dubái. La vejez genera memes, titulares en mayúsculas y parodias de TikTok.

Ninguna lo reconoce y a Billie Eilish le parece fatal: “Oh, este es mi cuerpo y si te esforzaras un poco tú también serías así. ¡Me pone realmente furiosa!”. Pero no siempre es así. Elon Musk dijo que lo había usado para perder casi 10 kilos, porque los hombres son genios, ingenieros y astronautas y, por lo tanto, no desarrollan resting bitch face ni Ozempic face y nadie tiene que recordarles que sonrían al pedir una cerveza o entregar un excel. Además, podrá usarlo para argumentar una pérdida temporal de control sobre sus facultades mentales en las numerosas demandas de sus exempleados y para su primer producto en Neuralink: un implante cerebral que te ayude a seguir viviendo después de que el Ozempic y la reconstrucción facial te deje la cara de Madonna en los Grammy Awards.

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