China, sin tiempo que perder
Xi Jinping ha destacado su interés en la mejora de las fuerzas de defensa, el reforzamiento de la acción diplomática y el desarrollo y la seguridad como temas clave para construir un país fuerte
Las dos tazas de té que han acompañado al presidente Xi Jinping durante la sesión anual de la Asamblea Popular Nacional, mientras el resto solamente tenía una, podría considerarse un signo más de mayor consolidación de poder tras reafirmarse en un tercer mandato sin precedentes. Más allá del detalle, las prioridades de la hoja de ruta para los próximos cinco años marcan unos desafíos de autosuficiencia económica y tecnológica que el presidente chino afrontará con un Gabinete de leales y bajo una mayor consolidación de poder.
La creciente tensión geopolítica con Estados Unidos ha propiciado que, por primera vez, Xi Jinping haya mencionado a la potencia occidental por su nombre, centrando el eje del plan estratégico que regirá los próximos cinco años. A la guerra comercial sin avances, se ha sumado la creciente presión sobre las aspiraciones tecnológicas de China, que cuenta ya con el respaldo de varios de los actores más relevantes entre la élite tecnológica mundial, asiáticos y europeos, sin olvidar el escenario de lecciones aprendidas que está dejando la invasión de Ucrania si la situación sobre Taiwán cambiara.
El desafío real que plantea China en el Pacífico ha propiciado que Pekín busque reforzar sus capacidades y estrategias militares ante un posible conflicto para el que Estados Unidos podría no estar preparado, según algunos análisis, centrando así el debate interno en Washington durante los últimos meses. De igual forma, la creciente asertividad de China, regional y global, ha propiciado la priorización del aumento del gasto en defensa y la acción diplomática.
El presupuesto de defensa de China para 2023 será más del doble del modesto pronóstico de crecimiento del 3% estimado para la economía, aumentando el gasto en defensa hasta el 7,2%, alcanzando los 224.000 millones de dólares. Se consolida así la tendencia de sucesivos incrementos del presupuesto en defensa durante los últimos ocho años, incorporando la perspectiva del efecto Ucrania y las lecciones aprendidas. La celebración del centenario del Ejército Popular de Liberación (EPL) en 2027 requiere “impulsar la preparación para el combate y mejorar las capacidades militares”, según comentó el ya ex primer ministro chino Li Keqiang, prometiendo una “reunificación pacífica” con Taiwán en su discurso de apertura de la reunión anual del Parlamento de China.
A pesar de que China dispone del ejército más grande del mundo, en términos de personal militar activo, superando los dos millones, es Estados Unidos el país que mayor presupuesto destina a gasto militar, unos 800.000 millones de dólares en 2021, casi tres veces el presupuesto de China. Sería el doble considerándolo como porcentaje sobre el PIB, del 3,48% de Estados Unidos frente al 1,74% del gigante asiático. Es de esperar que, en una era de gran competición, el gasto en defensa siga una tendencia alcista, con crecimientos de un dígito con vistas a culminar el proceso de modernización del ejército previsto para 2035, incorporando avances en tecnología de misiles e inteligencia artificial.
La prioridad otorgada por Xi a la mejora de las fuerzas de defensa de China en el discurso de clausura de las “dos sesiones”, como comúnmente se conoce, refleja el estado de mayor confrontación con Estados Unidos en los últimos meses, y reafirma la disposición del Gobierno a que el gasto en defensa supere la estimación del crecimiento económico. En el discurso, además de instar al país a que acelere las capacidades de autosuficiencia tecnológica e innovación, y promueva la transformación industrial, prometió “avanzar inquebrantablemente en el proceso de reunificación” con Taiwán. En sí, “mejorar la capacidad de mantener la seguridad nacional”.
Dentro del marco global de mejora de las capacidades estratégicas, el reforzamiento de la acción diplomática se suma a los esfuerzos en gasto militar, consciente China de los desafíos a largo plazo, de los que tampoco son ajenos los grandes líderes mundiales. De ahí que, junto al gasto en defensa, los esfuerzos en acción diplomática sean también una prioridad, incrementando el gasto un 12,2% para reforzar el alcance internacional tras el largo letargo que la política de covid cero ha supuesto para la diplomacia china.
Desarrollo y seguridad como los dos temas clave para construir un país fuerte. De hecho, mientras en la estrategia del recién nombrado primer ministro, Li Qiang, se aboga por un entendimiento comercial con Estados Unidos, el mayor control que ejercerá Xi sobre la seguridad y la tecnología adelantan cuál es la principal prioridad del Gobierno para los próximos cinco años. En este tiempo, la celebración del centenario del EPL deberá cumplir con el mandato de enfrentar todos los posibles desafíos de seguridad, de ahí que crezca la narrativa sobre un posible conflicto sobre Taiwán a partir de 2027.
Por primera vez, Xi ha mencionado a Estados Unidos en su discurso, haciendo referencia al efecto que los bloqueos a la industria de semiconductores tienen sobre el desarrollo chino, llevando la tensión con Washington a un nivel no conocido. Rebajar la tensión, con Europa como actor global, resulta cada vez más necesario.
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