_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Contagio

Me ha llamado la atención un individuo que observa todo el rato su móvil, como si esperara una llamada o un mensaje que no llega

Telefonia movil
Viajeros del Metro de Bilbao consultan sus móviles.FERNANDO DOMINGO-ALDAMA
Juan José Millás

He aquí unos versos de Charles Simic, el poeta estadounidense recientemente fallecido: “El miedo pasa de un hombre a otro / sin saberlo, / como una hoja pasa su estremecimiento a otra. / De repente todo el árbol está temblando / y no hay señales de viento”.

Me vienen a la memoria en el metro, donde me ha llamado la atención un individuo que observa todo el rato su móvil, como si esperara una llamada o un mensaje que no llega. Lo acaba de apagar y de encender nerviosamente para ver si al reiniciarlo se produce el milagro. Pero el aparato sigue mudo como un objeto inerte, una piedra, un billetero vacío. El hombre acude a otros rituales. Lo guarda, por ejemplo, en el bolsillo de la chaqueta con una naturalidad fingida, como si no le importara que sonara o dejara de sonar. De vez en cuando, no obstante, se lleva la mano al pecho para ver si vibra, no sea que lo haya puesto en silencio sin querer. Enseguida lo vuelve a sacar, le da la vuelta y comprueba que el sonido está activado, aunque el artefacto continúa muerto. Se lo lleva de una mano a otra, como si fuera el cadáver de un pájaro al que intentara resucitar. Luego mira hacia el techo y suspira.

Entre tanto, me he contagiado de su miedo como “una hoja pasa su estremecimiento a otra”. Quizá haya más gente en el vagón afectada por el miedo de los otros. Inicio una plegaria laica para que el teléfono dé alguna señal, pero mis oraciones no son escuchadas. En esto, suena mi propio móvil y por un momento el hombre cree que es el suyo. Su cara se transforma en un gesto de decepción al verme descolgarlo. Corto enseguida porque me quieren vender algo. Bajo en Alonso Martínez y al caminar esparzo por las calles, como un virus, el miedo del desconocido. No hay señales de viento.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_