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Anatomía de Twitter
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Al adolescente que fuimos

Personas curtidas lloran a moco tendido después de recordar cómo eran y lo que sufrieron de jóvenes al probar un filtro de Tik Tok

Una mujer se emociona al ver su aspecto tras aplicar el filtro adolescente de Tik Tok.
Una mujer se emociona al ver su aspecto tras aplicar el filtro adolescente de Tik Tok.
Rebeca Carranco

En Tik Tok está viviéndose un maremoto que por una vez no afecta a los que todavía pueden enseñar su carné joven de La Caixa y obtener algún descuento. Incomprensiblemente, y seguro que de manera excepcional (¡dejen envejecer a la gente en paz!), los protagonistas son los que caminan por la mediana edad hacia el ocaso de la vida. Los que ya no son ni tan fuertes, ni tan guapos, ni tan saludables ante un futuro más corto y menos excitante.

Algunos aprecian el presente y disfrutan de espaldas al tiempo, saliendo de fiesta cualquier martes y tirando en usufructo de la juventud de los demás. El desastre no va orientado a ellos. Se dirige contra los que cometen la imprudencia de tener Tik Tok, dedicándole esa hora muerta antes de acostarse a las diez de la noche y encima prueban el filtro adolescente. Las nefastas consecuencias se constatan en el magnífico hilo de Twitter de @memotv: personas curtidas llorando a moco tendido después de recordar la pinta que tenían hace un montón de años. “Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver!”, que decía el poeta al que solo los suficientemente viejos conocen.

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La parte menos graciosa del asunto es el reproche más repetido al reconocer al adolescente que fueron: el sufrimiento de juventud que ahora, con todo lo vivido, se ahorrarían. “Me hacían bullying por ser fea, ahora sé que no lo era”; “éramos guapas y no nos dábamos cuenta”; “hay muchas cosas que le diría a esa persona”; “tengo muchas cosas que decirle a esta joven, eres hermosa tal y como eres”… Más mujeres que hombres se emocionan recordando los complejos y el acoso que padecieron, y la tortura emocional de no sentirse aceptadas.

Una realidad que sigue desgraciadamente de actualidad. Buena parte de Twitter vive entre la indignación y la impotencia desde que el martes dos menores de 12 años saltasen desde el balcón del piso en el que vivían en Sallent (Barcelona). Las redes sociales señalan posibles culpables por un presunto caso de acoso escolar y critican que los medios no nombren a la víctima mortal en masculino, como había manifestado en algunos entornos. La defensora del lector de EL PAÍS aborda la delicada y compleja cuestión en su columna sobre un caso con todas las aristas posibles: suicidio, menores, migración e identidad. “Se naturaliza que el género ‘de verdad’ hasta que se demuestre lo contrario es el asignado al nacer, de la misma manera que todo el mundo es hetero hasta que se demuestre lo contrario”, dice @belolid en un hilo en Twitter.

Sin que tenga nada que ver, pero sin dejar de estar relacionado, Shakira y Karol G han sacado su nueva colaboración la misma semana. Bajo el título TQG —te quedé grande, según ellas, te quiero Gerard, según las personas malintencionadas— las dos artistas se revuelven contra sus exnovios, y les cantan que ya lo superaron y que ellos no estuvieron a la altura. En el vídeo se puede ver a dos mujeres espectaculares contoneándose. A la vez, en Tik Tok se ha viralizado una entrevista a Karol G rindiendo cuentas sobre su físico: “Tengo temporadas donde me veo superfit y otras que donde no porque a mí me encanta comer, soy superfeliz”. El aspecto, una vez más, como cuestión nuclear.

La juventud es el tesoro anhelado de un futuro por construir, donde todo es posible. Pero algo no funciona cuando el suicidio es la principal causa de muerte entre los jóvenes, después de los tumores. Todos esos adultos llorando recordando quienes fueron debería servirnos y darnos pistas. Use con precaución, estimado lector, el filtro adolescente.

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Sobre la firma

Rebeca Carranco
Reportera especializada en temas de seguridad y sucesos. Ha trabajado en las redacciones de Madrid, Málaga y Girona, y actualmente desempeña su trabajo en Barcelona. Como colaboradora, ha contado con secciones en la SER, TV3 y en Catalunya Ràdio. Ha sido premiada por la Asociación de Dones Periodistes por su tratamiento de la violencia machista.

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