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Columna
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China y el falso golpe de Estado

La anécdota del bulo prueba lo poco que se sabe realmente de Xi Jinping y de cómo funciona la política del gigante asiático

Bulo Xi Jinping
Un retrato del presidente chino, Xi Jinping, en el Museo del Partido Comunista chino, en Pekín, (China), el pasado 4 de octubre.Bloomberg
Ana Fuentes

No tenía ni pies de cabeza, pero el rumor de que Xi Jinping había sido detenido tras un golpe de Estado se hizo viral en redes hace unos días. El líder chino llevaba dos semanas sin aparecer en público y eso alimentó las especulaciones. Se hablaba de cancelaciones masivas de vuelos y circularon vídeos de un convoy militar llegando a Pekín. Siguiendo la pista, se llegaba a un activista de Falun Gong ―grupo religioso prohibido en China― y a un canal de televisión indio que difundió la supuesta noticia sin confirmar.

Que se especule con dejar fuera de juego a Xi Jinping no es casual. Son días muy sensibles para China: el 16 de octubre empieza el Congreso del Partido Comunista, el órgano más importante del país. En él se van a definir las políticas de los próximos cinco años y Xi será elegido por tercera vez. Este movimiento lleva preparándose desde 2018, cuando se cambió la Constitución para que no hubiera un límite de mandatos presidenciales. El resultado es que hoy Xi tiene tanto poder como tuvo Mao. Como él, despierta fascinación y temor. Y, al igual que el Gran Timonel, ha ido eliminando a sus opositores: al menos un millón y medio de funcionarios han sido castigados por corrupción y otros motivos delirantes como “llevar una vida decadente” o “no tener ideales ni convicciones”. Las penas van desde la multa a la cadena perpetua.

La anécdota del bulo prueba lo poco que se sabe realmente de Xi y de cómo funciona la política china. Un hipotético golpe de Estado allí no vendría del Ejército de Liberación Popular, como especularon algunos estos días en la red, sino del Partido Comunista. Por eso el líder chino se ha centrado en controlarlo y purgarlo. El reformista Cai Xia, exmiembro del PCCh que hoy vive en Estados Unidos, describe el clima político en China como una mezcla de “servilismo y miedo”, con niveles de paranoia que no se veían desde el maoísmo.

La doctrina política actual en China es el xiísmo: el culto a la persona de Xi Jinping. La propaganda oficial lo describe como el líder fuerte que China necesita para salir de una pandemia y contrarrestar la influencia de Occidente. Aunque los ciudadanos empiezan a estar hartos de las restricciones por la estrategia de covid cero, y preocupados por la economía, hay poco espacio para cuestionar al Gobierno. La vigilancia digital y el orgullo patriótico son muy potentes, cada vez más, y en ellos se apoya Xi Jinping. De las recetas que aplique en su próximo mandato depende el destino de 1.400 millones de chinos y, en gran medida, el resto del mundo.@anafuentesf

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Sobre la firma

Ana Fuentes
Periodista. Presenta el podcast 'Hoy en EL PAÍS' y colabora con A vivir que son dos días. Fue corresponsal en París, Pekín y Nueva York. Su libro Hablan los chinos (Penguin, 2012) ganó el Latino Book Awards de no ficción. Se licenció en Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid y la Sorbona de París, y es máster de Periodismo El País/UAM.

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