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Elecciones Brasil
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Las mujeres somos las más ansiosas por sacar a Bolsonaro del poder

El votante de Bolsonaro es el típico varón brasileño: hombres ávidos de poder y temerosos de perder los privilegios de una herencia colonial patriarcal

Seguidores de Lula da Silva esperan los resultados de las elecciones en Brasil.
Seguidores de Lula da Silva esperan los resultados de las elecciones en Brasil.Mauro Horita (Getty Images)

Habrá una segunda vuelta en las elecciones presidenciales brasileñas. Todavía estoy esperando que los institutos de investigación expliquen el crecimiento de Bolsonaro en las encuestas, especialmente en Estados decisivos como Río de Janeiro o São Paulo. Lula llegó donde las encuestas indicaban, la sorpresa fue Bolsonaro. Una posible explicación es que los votantes indecisos o de candidatos sin posibilidades de ganar en la segunda vuelta mudaron su voto a Bolsonaro. Si esta hipótesis es razonable, ¿quiénes serían estas personas?

El votante de Bolsonaro es el típico varón brasileño. Son hombres que se han proyectado como jefes en la familia y jefes en el trabajo. Hombres ávidos de poder y temerosos de perder los privilegios de una herencia colonial patriarcal. Bolsonaro se presenta a sí mismo como un arquetipo de masculinidad robusta: su política es de hombres para hombres. Es cierto que Bolsonaro ha elegido a mujeres como diputadas y senadoras, lo que demuestra que no basta con que haya mujeres en la política, sino que se necesitan mujeres con una conciencia crítica de los efectos del patriarcado en la democracia.

¿Dónde están los votantes de Bolsonaro? Existe una evidente distribución regional que se cruza con otros sistemas históricos de opresión, como la desigualdad de clases y el racismo. El Brasil que se cree blanco y educado del sur votó masivamente a Bolsonaro, mientras que el Brasil del nordeste heredero de la esclavitud votó a Lula. Es el hombre blanco y blanqueado de las clases medias y altas el que impulsa a Bolsonaro como fuerza política.

¿Cómo se puede revertir este sombrío panorama? A Lula no le queda más remedio que dirigirse a los jóvenes, a las mujeres y a las personas de distinto género. Somos los que, en 2018, ocupamos las calles y gritamos “#EleNo” contra Bolsonaro, en uno de los mayores movimientos de consenso de la historia política brasileña. Somos nosotras, las mujeres, las que volvimos a rechazar a Bolsonaro en las urnas. No somos el típico votante de Bolsonaro. Es cierto que para muchos de nosotros tal vez Lula no era el candidato de la transformación democrática necesaria en el país, pero es el candidato posible para contener la consolidación del bolsonarismo en el país.

Lula no debe tener miedo de responder a preguntas sencillas como si habrá paridad de género en sus ministerios o si nombrará a mujeres negras para el Tribunal Supremo. No debe rehuir las cuestiones urgentes que afectan a la vida de las mujeres, como la violencia doméstica o la criminalización del aborto, el hambre o el desempleo. Hay un electorado femenino que no votó por Lula en la primera vuelta, pero que, como yo, teme a Bolsonaro. Es urgente ponerle cuerpo a la política: las mujeres somos las más impactadas por el gobierno de Bolsonaro y somos las más ansiosas por sacarlo del poder.

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