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Columna
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La tramoya

Hemos asistido atónitos estos días a la forma en que unos políticos torpes e inmaduros del PP han vomitado no en el retrete, sino en mitad de la escena a teatro lleno

La bancada popular aplaude a Pablo Casado en la sesión de control del día 23 en el Congreso de los Diputados.
La bancada popular aplaude a Pablo Casado en la sesión de control del día 23 en el Congreso de los Diputados.Andrea Comas
Manuel Vicent

El Estado son las coronas en la cabeza de los reyes, los fajines con borlas en la tripa de los presidentes, las medallas en las solapas de los generales, las togas en los hombros de los magistrados. En el interior de estos ornamentos habitan seres desnudos cuyas pasiones permanecen latiendo siempre bajo semejantes disfraces. El Estado son las banderas y los estandartes, los leones rampantes y las águilas bicéfalas en los escudos, los desfiles, los himnos, los discursos, la llama perenne en la tumba del soldado desconocido y las salvas con cañonazos. El Estado es una obra de teatro en la que los políticos escenifican el poder sirviéndose de esta parafernalia para que no se vea la tramoya. En cierta ocasión un actor shakesperiano muy famoso comenzó a recitar el monólogo de Hamlet. “Ser o no ser”, exclamó muy entonado. A continuación, hizo mutis y desapareció por el foro. Durante cinco interminables minutos quedó el escenario vacío. Pasado ese tiempo el actor volvió a escena por un lateral, se plantó de nuevo en la línea de candilejas y añadió: “Esta es la cuestión”. Ante este golpe de efecto el público le premió con un gran aplauso. Sucede que el actor estaba indispuesto y necesitaba de forma inexorable ir al cuarto de baño a vomitar. Los ciudadanos hemos asistido atónitos estos días a la forma en que unos políticos torpes e inmaduros del Partido Popular han ejecutado este vómito, no en el retrete, sino en mitad de la escena a teatro lleno. Por una vez hemos visto la tramoya de la política con una representación en directo y a carne abierta de la crueldad, la felonía, los celos, la venganza, la ambición en una tragicomedia ratonera. En el retrete estaba la hermética caja de Pandora con todos los males sobre los que se asienta la razón de Estado. Estos políticos inexpertos, frívolos e inanes la han abierto y se han liberado todas las serpientes.

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Sobre la firma

Manuel Vicent
Escritor y periodista. Ganador, entre otros, de los premios de novela Alfaguara y Nadal. Como periodista empezó en el diario 'Madrid' y las revistas 'Hermano Lobo' y 'Triunfo'. Se incorporó a EL PAÍS como cronista parlamentario. Desde entonces ha publicado artículos, crónicas de viajes, reportajes y daguerrotipos de diferentes personalidades.

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