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ANATOMÍA DE TWITTER
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Los rebeldes llegan a Nochebuena

Una cosa es la variante ómicron y otra cosa es compartir langostinos con la variante hermana, cuñado, sobrino y tío: “¿Sentaríais a vuestra mesa en Navidad a un no vacunado confeso aun siendo familia?”

Manuel Viejo
No vacunados Navidad
Luces de Navidad, en el centro de Madrid.Samuel Sanchez

Hay preguntas trascendentales: ¿existe el destino o lo creamos nosotros con nuestros actos?, ¿qué habrá tras la muerte?, ¿sentarías en la mesa de Navidad a tu cuñado y, más aún, si encima no está vacunado? He aquí el cogollo. El pasado viernes, Luz Sánchez Mellado, una de las tuiteras del reino, planteó a sus 60.000 feligreses una de las grandes cuestiones claves, de esas que aparecen estos días por los grupos de WhatsApp de amigos y familiares: “¿Sentaríais a vuestra mesa en Navidad a un no vacunado confeso aun siendo familia?”. Ropopompón.

Pues faltan dos semanas. La pregunta generó un revuelo por la red del pajarito que todavía colea en el móvil de la autora. Tres días después, ahí siguen llegando respuestas como si no hubiera un mañana. Ya van por 2.000. Y así seguirá hasta que Felipe VI salga a escena. Una cosa es la variante ómicron y otra cosa es compartir langostinos con la variante hermana, cuñado, sobrino y tío. “Rotundamente no”. “Ni de coña”. “No es no”. Los primeros noes salieron en tromba, pero ―siempre hay peros en Twitter― luego llegaron los tuiteros aristotélicos: “A ver, que de algo hay que vivir”, escribió uno, “pero es que los periodistas lleváis 21 meses inoculando sentimientos de culpa, miedo y odio en la gente, y tiene repercusiones gravísimas. ¿No es hora de parar?”. Se habla poco de la variante tertuliana.

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Otra usuaria fue más directa: “Yo no voy a preguntar, y si alguno confiesa que no está vacunado le preguntaré que si va a querer carne o pescado”. ¡Equilicuá! “Voy a decirlo más claro. Mi madre podría entrar a mi casa sin vacunar, disfrazada de Rosalía e incluso con una bufanda del Sporting. Mis hijos, cuando sean mayores, igual. Si en vuestra casa no es así, menuda mierda de relaciones familiares que tenéis”. La variante vamoscontodo también tiene sus riesgos, allá cada una. Luego llegaron los solidarios, que jamás hay que olvidarlos. “Por supuesto que sí, si algún no vacunado se siente discriminado por su familia puede cenar conmigo y estoy vacunado”. La inmunidad de rebaño basada en frío y calor también se contemplaba: “Si quiere mando a mis hijos a la terraza y les vamos tirando las sobras”.

España entera estaba aquí dentro, vaya. Hubo usuarios, como Pepo Jiménez, que se vistieron del CIS y lanzaron una encuesta metroscópica a la muchedumbre. La de Jiménez aglutinó 1.247 votos. El 73,7% votó a favor de compartir el cordero con los no vacunados. Después, ya sí, aparecieron los terraplanistas: “Conozco un caso muy cercano de una familia vacunada hace más de seis meses que se ha contagiado recientemente”. La vacuna no impide el contagio, pero no hay agujas que hagan milagros con los antivacunas. Una señora, por cierto, también encontró aquí trabajo para su retoña. “Mi hija está estudiando la carrera de Psicología. Leyendo este hilo, los del NO me dais esperanza. Mi hija va a tener mucho trabajo”. La usuaria, dicho sea, se llama @aroitapatatafrita. Ni que decir tiene que las prácticas las hará en casa.

En resumen: faltan 17 días para el reencuentro. Llevar vino, por cierto, nunca falla. Estos días se compartió muchísimo —ya va por un millón de visualizaciones― una entrevista a la actriz mexicana Lucía Méndez. Méndez explicaba que no era una mujer experta en vinos, que a ella lo que le gusta es cuando el alcohol no sabe a alcohol. Una amiga, contó en la charla, le regaló una botella que estaba riquísima hace unos días. “Me sabía mucho a uva, porque ella me explicó que cuando la uva es joven es menos fuerte”. La periodista, al oírlo, interrumpió:

―Era un tempranillo de seguro, entonces…

―Síííí, eran como las 11 de la mañana.


Sobre la firma

Manuel Viejo
Es de la hermosa ciudad de Plasencia (Cáceres). Cubre la información política de Madrid para la sección de Local del periódico. En EL PAÍS firma reportajes y crónicas desde 2014.

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