_
_
_
_
ANATOMÍA DE TWITTER
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Incontinencia

No hay gremio o partido político que no haya sufrido la burla o la condena de Twitter por comentarios desafortunados. La gama de afectados es tan variada como la gravedad de las ofensas

Natalia Junquera
Un turista camina por el Monumento del Holocausto en Berlín, Alemania.
Un turista camina por el Monumento del Holocausto en Berlín, Alemania.IAN LANGSDON

La federación española de fútbol inauguró en 2018 un curso para que futbolistas veteranos de primera división, excampeones del mundo, de Europa u olímpicos, pudieran obtener la licencia de entrenador en seis semanas. Entre los alumnos de la promoción inaugural estaban Raúl, Xavi, Capdevila o Valdés. Los aspirantes a Zidanes o Luisenriques recibieron clases sobre “creación de equipos”, “orientación a jugadores”, “ética deportiva”, “gestión de clubes”, “liderazgo”, “tecnología y fútbol”, “nutrición”, “psicología”, “inglés” y… “redes sociales”. El objetivo de esta última asignatura, según explicaba un miembro de la federación, era, básicamente, enseñarles a no meter la pata en Twitter.

Proliferan los cursos sobre redes sociales, la versión 2.0 de los que enseñaban a hablar en público. El objetivo es el mismo, aprender la mejor manera de dirigirse a los demás para atraer la atención, convencer o seducir. Pero la diferencia es que las redes multiplican el auditorio y por tanto, disparan el riesgo. Una ristra de cadáveres tuiteros lo corrobora. Twitter, como cualquier comunidad, cuenta con su propio cementerio, habitado por aquellas almas cándidas que un día dijeron o enseñaron lo que no debían y abandonaron las redes. El pajarito puede llevarte en volandas, convertirte en trending topic, exponer tu mercancía en el escaparate de la calle más transitada del país, pero con el mismo método, puede señalarte como diana y sepultarte bajo una montaña de ofendidos con motivo o no.

Algunos tuvieron que aprenderlo a la antigua -la letra con sangre entra-. Posando en el monumento que homenajea a las víctimas del holocausto, la diseñadora Elena Tablada escribió, junto a la foto, “baby in the oven” (bebé en el horno) para anunciar que estaba embarazada. La cuenta de La Moncloa colgó unas fotos del presidente Pedro Sánchez con las gafas de sol puestas dentro del avión de camino a “la cumbre de Bruselas a defender la Europa de los derechos sociales” y provocó una fiesta de memes –”No me llames presidente, llámame Bon, Pi-bón”, por ejemplo-. Sergio Ramos confundió Nueva York con un establecimiento de Las Vegas. Un directivo de Tesla hizo caer las acciones de la compañía un 10% al publicar un tuit que decía que el precio, en su opinión, era “muy alto”. Una nadadora olímpica australiana perdió un contrato de publicidad con Jaguar –y el coche- por tuitear: “que la chupen esos maricones” después de un partido de rugby. El Barcelona B fichó y despidió a Sergi Guardiola en ocho horas por “tuits ofensivos contra el club y contra Cataluña”. Una edil del PP de Moguer publicó en Tik Tok un vídeo en el que deseaba la muerte de Sánchez por la subida de la luz. Luego admitió que se había “excedido en la crítica” y lo borró.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

No hay gremio ni partido político que no haya sufrido alguna vez las burlas o la condena de Twitter por comentarios desafortunados, errores, chistes de mal gusto o disparates varios. La gama de afectados es tan variada como la gravedad de las ofensas.

Sabían en la federación española de fútbol que algún día sus alumnos podían sentir la tentación de responder a algún tuit que les disgustara, hacer algún comentario –necesariamente breve- sobre la actualidad política o compartir alguna foto inadecuada. Y quisieron protegerlos, advertirles que los tuits los carga el diablo, que los trolls ganan cuando llaman tu atención, que no es fácil hacer un análisis riguroso en 280 caracteres y que hasta la imagen más inocente puede volverse en tu contra. La incontinencia tuitera es tan peligrosa que ha dado pie a una nueva profesión, el community manager, mitad guardaespaldas, mitad ángel de la guarda, para proteger a personas físicas y jurídicas. Pero ni siquiera ellos están a salvo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Natalia Junquera
Reportera de la sección de España desde 2006. Además de reportajes, realiza entrevistas y comenta las redes sociales en Anatomía de Twitter. Especialista en memoria histórica, ha escrito los libros 'Valientes' y 'Vidas Robadas', y la novela 'Recuérdame por qué te quiero'. También es coautora del libro 'Chapapote' sobre el hundimiento del Prestige.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_