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tribuna
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La locura de la vacunación obligatoria

El despotismo vacunal podría convertir un pequeño movimiento antivacunas en una gran coalición de grupos particulares con objeciones racionales

Wolfgang Münchau
Protesta antivacunas en Londres, el pasado mes de junio.
Protesta antivacunas en Londres, el pasado mes de junio.HENRY NICHOLLS (REUTERS)
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Italia abre la puerta a la vacunación obligatoria contra el coronavirus

Lo único que iguala a la irracionalidad de los antivacunas conspirativos es la vacunación obligatoria, que está a punto de llevarse a cabo en Italia.

Utilizo la palabra “irracionalidad” por una razón muy concreta: las vacunas ofrecen una buena protección contra la enfermedad grave de la covid-19, pero solo moderada contra la transmisión de la variante delta. Si se es propietario de un restaurante, sería irracional discriminar a alguien que hubiese dado un resultado negativo en una prueba en las últimas 24 horas a favor de una persona vacunada. A ningún propietario de un restaurante o director de un museo que sea racional se le ocurriría siquiera discriminar.

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La manera racional de evitar que los no vacunados propaguen el virus sería hacer que las pruebas fueran obligatorias en el trabajo o antes de entrar a un restaurante, y hacer que las pagaran ellos. Esto crearía un incentivo económico para que se vacunaran y aumentaría las tasas de inmunización.

Pero ¿por qué algunos quieren ir más lejos y defienden la vacunación obligatoria? No digo que obligar a vacunarse sea irracional en todas las circunstancias, pero en este caso particular, en el que la protección a terceros que ofrece la inyección es solo moderadamente fuerte, no tiene sentido cuando las pruebas son una alternativa.

Mi única explicación es que los defensores de la vacunación obligatoria son tan furibundos como los antivacunas. El asunto me recuerda la locura de la campaña a favor de un segundo referéndum del Brexit en Reino Unido, cuyos partidarios se autoconvencieron de que podían dar la vuelta al resultado de la consulta de 2016. Muchos de ellos se dan cuenta ahora de que podrían haber forzado una versión más suave del Brexit si se hubieran unido en oposición al Gobierno. De paso, también perjudicaron al Partido Laborista, y aseguraron a los conservadores la mayoría seguramente durante otra década. Oponerse al Brexit era racional, pero abogar por un segundo referéndum era de locos.

Con la vacunación obligatoria ocurre exactamente lo mismo. ¿Cuáles son, por tanto, las consecuencias políticas equivalentes de la inmunización forzosa irracional?

En este momento, los furibundos antivacunas constituyen una pequeña minoría de la población. En Alemania, se solapan en buena medida con los votantes de Alternativa para Alemania. Esta formación de extrema derecha con simpatías neonazis está relativamente estabilizada en torno a un 11%. El número de antivacunas representa probablemente el mismo porcentaje, quizá algo inferior.

Lo que conseguirá la vacunación obligatoria será ampliar la coalición de los enemigos de la inyección. La coalición ampliada podría estar compuesta por los siguientes grupos solapados: los antivacunas propiamente dichos; los libertarios, que se oponen por principio a la obligatoriedad; los que creen que las obligaciones no son eficaces; los científicos disidentes; los padres de niños pequeños.

Incluyo a los padres porque hay una sólida correlación entre quienes defienden la vacunación y quienes la defienden para los niños sin el consentimiento de los padres. En Alemania y Reino Unido, los asesores de los Gobiernos en la materia se han mostrado reticentes a la hora de recomendar la vacunación de los niños, alegando que la inyección puede causar una dolencia cardíaca grave en uno de cada 30.000 casos. Entre los adultos, la apuesta sigue valiendo la pena. El riesgo de sufrir enfermedades graves a causa de la covid, incluidas las cardíacas, supera al de la vacunación. Basándonos en los datos disponibles, los argumentos para vacunar a los niños son débiles. Sospecho que la razón es que la mayoría de los defensores de la vacunación obligatoria de más edad buscan la máxima protección para sí mismos. La salud de los niños no es su principal preocupación.

Si el mencionado grupo de personas con objeciones racionales al despotismo vacunal se une, podría constituir una importante fuerza política. Donald Trump consiguió crear una coalición inaudita de personas contrarias al consenso tecnocrático de la periferia de Washington. El Brexit fue una coalición que iba mucho más allá de los eurófobos. Conozco a bastantes personas que votaron a favor del Brexit porque estaban indignadas por el trato que la Unión Europea dio a Grecia durante la crisis de la deuda soberana. Así es como se consigue el 52%.

Presiento que la consecuencia de la vacunación obligatoria sería que, en algún sitio, en algún momento, surgirá un gobierno antivacunas. Mi mensaje a los partidarios de la obligatoriedad es el mismo que a los del segundo referéndum: si presionan demasiado, lo perderán todo.

Wolfgang Münchau es director de www.eurointelligence.com

Traducción de News Clips.

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