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COLUMNA
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Cómo usar el poder federal europeo

La capacidad sancionadora del Tribunal de Luxemburgo contra Polonia se multiplica gracias al clima generado por los eurobonos

Xavier Vidal-Folch
Sede del Tribunal de Justicia de la UE (TJUE), en Luxemburgo.
Sede del Tribunal de Justicia de la UE (TJUE), en Luxemburgo.Efe
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Polonia se pliega a las exigencias de Bruselas sobre el respeto a la independencia judicial

La derrota del Gobierno iliberal polaco es estrepitosa. Acaba de reconocerla ante el Tribunal de Justicia de la UE (TJUE) al comprometerse a desmochar buena parte de su reforma judicial. La que estableció un siniestro régimen disciplinario contra los jueces, mediante una “cámara disciplinaria” patrocinada por el Gobierno, que impone el “control político” sistemático de sus sentencias.

Lo reconoce a su inveterado estilo populista. Con la boca pequeña y desafiante, sin carácter inmediato, sin anular los castigos ya dictados, discutiendo hasta la autoridad de la corte luxemburguesa, y disimulando el fiasco al contraataque: mediante una nueva norma para cerrar la televisión TVN, filial de la norteamericana Discovery, crítica con el Ejecutivo de Mateusz Morawiecki, o lograr al menos que cambie de dueño.

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Veremos los vaivenes de Varsovia en su manual de recular aparentando lo contrario, de enmendarse a medias, de racanear a dosis sucesivas. Lo intentará. Lo ha hecho con otras tentativas de sujetar el poder judicial al dictado gubernamental. Pero al cabo —como en el caso de las jubilaciones de los magistrados del Tribunal Supremo— tendrá que ceder de plano.

Porque tanto exceso cuartea la coalición de los partidos del Gobierno reaccionario. Y sobre todo, si incumple la sentencia europea, se arriesga a una enorme multa de Bruselas, de 5.200 millones de euros, equivalentes a casi una anualidad de lo que Varsovia debe recibir del plan de recuperación Next Generation, 26.800 millones.

Atención: no es que se aplique ya la vertiente sancionadora del nuevo reglamento que condiciona la disposición de esos fondos al respeto al Estado de derecho, que llegará, y pronto. Es que la Unión dispone de más herramientas. Como el expediente del artículo 7 del Tratado, ya ensayado pero que exhibe la debilidad de requerir un apoyo unánime de los 27. O las sanciones derivadas de los artículos 19 y 260, que permiten castigar con fuertes multas a quienes incumplan las sentencias del TJUE: las que ahora entran en danza.

Ocurre que el añejo poder federador del TJUE —-como garante del efecto directo y de la primacía del derecho común sobre los nacionales—, se multiplica gracias a un clima favorable.

¿Cuál? El generado hace un año por la exigencia liberal de impedir que las ayudas comunes acaben financiando el autoritarismo corrupto de algunos socios. Es otra evidencia de la impronta federal de los eurobonos. Es la naturaleza política de la solidaridad económica.


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