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COLUMNA
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El poder de las iglesias evangélicas en Colombia

En 2022 habrá un choque de modelos de sociedad entre las fuerzas progresistas y los partidos cristianos

Ariel Ávila
El exministro y exembajador Rodrigo Rivera
El exministro y exembajador Rodrigo Rivera, en una imagen de archivo.NELSON CÁRDENAS

En Colombia, toda iglesia evangélica grande tiene un partido político o, al menos, un pastor siendo candidato a algo. A estos escenarios religiosos se les llamó durante años iglesias de garaje, pues en cada barrio de ciudad se abría una pequeña iglesia con cualquier nombre. Sin embargo, poco a poco fueron ganando feligreses y la iglesia católica comenzó a perder seguidores. A inicios del nuevo milenio lograron elegir algunos congresistas; para el año 2018 se mezclaron en los partidos tradicionales y lograron elegir varios senadores con votaciones importantes. También apoyaban generalmente candidatos presidenciales de derecha y se ligaban a grandes proyectos políticos como el uribismo o el Partido Conservador.

Para el año 2022, cuando Colombia celebra elecciones legislativas y presidenciales, los movimientos radicales cristianos han tomado al menos tres decisiones. Por un lado, tendrán una lista al Congreso de la República que unificaría, por lo menos, el 70% de estas iglesias. Ellos dicen que podrían sacar hasta 15 senadores, es decir, casi en doble de lo que tienen actualmente. La segunda estrategia es que se salen de la consulta de la derecha y del uribismo, abandonan el barco que se hunde, para ir en una consulta propia. Hasta el momento se sabe de cuatro precandidatos. 1. Ricardo Arias del Partido Colombia Justa y Libres. 2. Viviane Morales, quien fue fiscal, senadora y embajadora, su iglesia de llama Casa sobre la roca. 3. Jimmy Chamorro, excongresista y quien tuvo un fracaso electoral que lo sacó por varios años del juego electoral. 4. Rodrigo Rivera, exembajador y exministro.

La tercera estrategia es desmarcarse del debate sobre el uribismo y sobre el Ejecutivo de Iván Duque. Si bien estas iglesias radicales hicieron parte de la coalición de Gobierno, saben que la evaluación contra la Administración Duque será demoledora. Por ello, aspiran a salirse de la discusión de la evaluación del Gobierno y trasladar todo el debate a los temas de siempre: aborto, matrimonio igualitario y derechos de la mujer.

La intención de estos sectores radicales de tener lista propia al congreso, así como candidato presidencial único a primera vuelta, permite sacar varias conclusiones. La primera es que se salen de la coalición del uribismo, lo cual deja aún más débil al Centro Democrático y al expresidente Uribe. La segunda conclusión es que la derecha irá, por lo menos, en tres consultas en el mes de marzo de 2022. Una en la centroderecha; otra, entre el uribismo y algunos aliados; y la tercera es la de los movimientos cristianos. La tercera conclusión es que estos partidos podrían lograr una fuerza importante y pondrían en jaque varios de los derechos que ha ganado la sociedad colombiana, sería un factor típico de minoría indispensable en una democracia, donde para cualquier coalición de Gobierno sean importantes. En últimas, tendrán un gran poder de chantaje o veto. Por último, para 2022 habrá un choque de modelos de sociedad bastante fuerte. Pues todo indica que las fuerzas progresistas lograrían la bancada más grande de la historia del país, cerca de 35, y los partidos cristianos también lograrían su bancada más importante, podrían ser 15. Un verdadero choque de trenes.

Con la salida de estas iglesias de la coalición de derecha, la consulta del uribismo perdería más de un millón de votos, lo cual los pone en aprietos a la hora de mostrar fortaleza electoral en marzo. Entonces, surgen dos preguntas. La primera es dónde buscará el uribismo reemplazar esos votos o con qué fuerza. La segunda pregunta es sobre el impacto de estas fuerzas de la derecha radical en la agenda de derechos del país en los próximos años.

Estas iglesias miran a Brasil como el ejemplo de poder electoral al que quieren llegar. En todo caso, esas aspiraciones chocan con una población joven derivada del boom demográfico de hace unos años y que llega al censo electoral desde hace un par de años. Estos sectores juveniles en su mayoría prefieren propuestas progresistas. Lo cierto es que el mapa electoral colombiano de 2022 será muy diferente al de las últimas décadas.

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