_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Imitación

Illa es el candidato perfecto para unas elecciones en la nación perfecta, aunque inexistente

Félix de Azúa
El candidato del PSC a la Generalitat, Salvador Illa, en un acto de campaña este domingo en Barcelona.
El candidato del PSC a la Generalitat, Salvador Illa, en un acto de campaña este domingo en Barcelona.Marta Perez (EFE)

Dentro de un par de semanas algunos catalanes volverán a las urnas mecidos por un sueño que se ha prolongado durante décadas desde que Pujol, actor de novela romántica, se inventara una nación lingüística. Es decir, una nación oral. Por esta razón a mí me parece que el señor Illa es el perfecto candidato para ese país únicamente oral.

Como todo en aquella comunidad, Illa es una perfecta imitación. Ha imitado a los ministros españoles con un éxito rotundo. Ha hablado sosegadamente, no ha insultado a nadie, siempre ha llevado corbata, en fin, ha sido un modelo que deberían imitar los restantes ministros. Ahora bien, su efectividad ha sido nula. Era, simplemente, un buen simulacro oral y visual de ministro sin capacidad ejecutiva alguna. Si se hubiera tumbado en una hamaca bajo el sol de cualquier desierto africano, el resultado habría sido el mismo, o sea, nada.

De modo que es el candidato perfecto para unas elecciones en la nación perfecta, aunque inexistente. Todo es así en aquella comunidad. El equipo de fútbol no es un equipo de fútbol, sino más que un club. Da igual que sea más o menos, el caso es que no es un club como los demás. Lo mismo sucede con los obispos, que son más que obispos, y los dirigentes del empresariado son más que empresarios. La alcaldesa de Barcelona ha logrado algo que no ha osado ninguna alcaldía real: proteger a los invasores legales de viviendas (llamados, por disimulo, okupas) contra todos los ciudadanos que pagan impuestos. Las universidades catalanas tienen como primera función ser las madrazas del separatismo, que es lo menos universal que existe. Y así sucede con todas las instituciones del país. De modo que Illa será la más adecuada imitación de candidato catalán. Que les vaya bien.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Félix de Azúa
Nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_