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Columna
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Situaciones límite

Ojalá que el proceso de integración política acelerado por la pandemia evite que sea el abismo quien de nuevo marque nuestra historia

Máriam Martínez-Bascuñán
Situaciones límite / Máriam M Bascuñan
Del Hambre

El ser humano es un animal político que solo toma conciencia de las cosas cuando acerca la historia a situaciones límite, al borde del abismo. Miren el Brexit, el desajuste más brutal de la globalización, algo que sin duda marcará una época como lo hizo la caída del muro de Berlín, jugando a ser otro concepto frontera. Quisieron mostrar el referéndum como la supuesta manifestación auténtica de la democracia, cuando en realidad se planteó como un voto de ruptura, sin hoja de ruta o mandato claro, binario, de pura reacción al statu quo, o de forma más edulcorada, como utopía disponible, según se dijera durante el procés.

Tras cuatro años tortuosos, este ciclo político se cierra con una negociación que ha subvertido la decisión de los ciudadanos. ¿Acaso los británicos son hoy más soberanos? Más bien se ha reforzado el hiperpersonalismo en la figura de Boris Johnson, a la vez que se debilitaba e incluso se ninguneaba al poder legislativo, por más que el acuerdo deba pasar por un trámite de ratificación en el Parlamento británico. Es irónico que el premier utilice toda esa parafernalia el último día del año político, cuando durante este tiempo la sede de la soberanía popular sí ha interpretado de forma distinta al Ejecutivo el mandato del Brexit, aunque no de forma monolítica. El constitucionalismo británico, basado en la soberanía del Parlamento, ha mermado su voz a favor del Gobierno.

El Brexit nos muestra también que la palabra del año no es “pandemia” o “vacuna” sino “interdependencia”. Por eso sorprendía tanto el discurso de Johnson el día del acuerdo, sus cínicas referencias a la independencia, el gran concepto zombi de estos tiempos pandémicos. En ciertos aspectos, el Reino Unido es más dependiente ahora, aunque tenga más autonomía en otros: lo que ha cambiado es cómo se articula la interdependencia. Pienso en aquel célebre pasaje de La cucaracha, de Ian McEwan: “Gran Bretaña debía caminar en solitario y convertir al resto del mundo con el ejemplo. Si el mundo no la seguía, peor para él”. Boris sabe que la isla ha comenzado un proceso de desintegración: “El Brexit está sucediendo en contra de la voluntad de Escocia”, señaló Sturgeon. No descartemos que el RU vuelva a la Unión por trozos.

Hay, finalmente, lecciones para Europa. Son excelentes noticias que la UE haya creado un fondo de recuperación, que haya coordinado la compra de vacunas, que active el marco de vigilancia del Estado de derecho y que se convierta en un bloque en las negociaciones con el RU. Pero esa merecida autocomplacencia no debería servir para dejar de pensar si hicimos todo lo posible para evitar la salida británica, o por qué no actuamos hace 10 años como lo hemos hecho ahora. Ojalá que el proceso de integración política acelerado por la pandemia evite que sea el abismo quien de nuevo marque nuestra historia. @MariamMartinezB

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