Pasajeros sin mascarilla
Al sentarme en un tren de cercanías veo a un hombre con la mascarilla completamente bajada. Habla y ríe con sus amigos, sin mostrar preocupación ni respeto alguno por el resto de los pasajeros. Después de intercambiar una serie de miradas largas e incómodas se sube la mascarilla con actitud prepotente antes de enseñarme sus pulgares a modo de burla. Me he sentido como un monitor de un comedor infantil, pero que ocurra algo así a estas alturas me parece inaceptable. La comodidad individual no subordina las vidas de la población de riesgo ni el sacrificio económico y social que todos vivimos. Si no cooperamos, esto no va a acabar nunca. Así que mejor trabajar en equipo, ¿no?
Ferran González Piñol, Barcelona
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