Test rápido

¿Te pone por las nubes en público y te arrastra por el barro en privado? ¿Pasa de cariñoso a agresivo en cero coma y no sabes cómo ni por qué ha pasado? ¿Te agua tus fiestas y te impone las suyas? ¿Te hace sentir culpable de que amanezca y de que anochezca, de que hiele y de que abrase, de que llueva y de que escampe, de hablar y de callarte, de respirar y de estar viva? ¿Te hace torturarte pensando qué habrás hecho para que esté enfadado, triste, callado, apático, o le pique y no se rasque? ¿Parece que le debas y no le pagues? ¿Te castiga con el látigo de su indiferencia durante horas, o días o semanas sin que sepas ni dónde, ni cómo ni cuándo ni por qué empezó la bronca, si es que alguna vez la hubo? ¿Te monta un pollo justo antes de ver a otros y luego él queda como el encantador y tú como la amargada? ¿Coquetea con las piedras en tu cara y te acusa de pedir guerra si alguien que no sea él te habla, te mira, te escribe, o comparte el aire que respiras? ¿Te hace elegir entre él y el resto del globo, de tu madre para abajo, porque él sí te escogería a ti en tal tesitura? ¿Acabas tan harta, aburrida y desquiciada que cedes, te acercas añorando a quien se supone que más te ama, resolvéis por la vía rápida y vuelta a empezar hasta la próxima? ¿Te ha insinuado que todo lo anterior son cosas tuyas, porque eres una histérica, y has dudado siquiera un microsegundo de tu cordura?

Si has contestado sí a una sola de las preguntas de este test rápido —aunque si ha sido una, pueden ser todas—, tenlo claro: es él. El maltratador en persona. Sí, en masculino exclusivamente, porque esa violencia sí tiene género y la ejercen los hombres que creen que las mujeres son suyas por el hecho de serlo. Así que no. No estás loca, ni tonta ni sola. Cuéntalo. Para la pandemia. Desactiva la bomba. Quítale el poder que le has dado. Huye. Sal pitando, tengas 15 o 75 años. Nunca es pronto ni tarde. Hasta que es demasiado.