Amistad
Cuando acoges a niños saharauis en tu casa para pasar el verano los lazos que se crean con esas familias son muy fuertes. El siguiente paso es visitar a esos niños en los campamentos de refugiados. Un lugar inhóspito. Visitas donde viven, acudes a la escuela donde estudian, donde juegan, compartes conversaciones eternas con sus familiares mientras te tomas un té; en definitiva, se pone en práctica un mutuo aprendizaje. Tras dar ese paso, las relaciones personales se vuelven irrompibles y la palabra amistad toma su máxima expresión, no hay vuelta atrás. Esta amistad y esos recuerdos son los que nos empujan a ayudarles (o a intentarlo al menos). Esos niños hoy son mayores y están en el frente de batalla, en una guerra. No sé qué rumbo tomará este conflicto, esperemos que termine cuanto antes, pero lo que sí sé es que seguiré apostando por la amistad y las relaciones entre las personas.
Mikel Fernández Mínguez. Barakaldo (Bizkaia)
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.