Burbujas
Nos encanta analizar las elecciones estadounidenses, o el Brexit, y asombrarnos de cómo las mentiras calan tanto en sociedades informadas. Como si eso no pasase aquí
Esta semana se ha ido del Gobierno británico Dominic Cummings, el director de la campaña del Brexit que consiguió hacer llegar a cada segmento electoral los mensajes que podían inclinar su voto hacia la salida de la Unión Europea. Por debajo del radar de los medios de comunicación. Por encima de cualquier consideración sobre si lo que contaba era verdad o mentira. Nos encanta analizar las elecciones estadounidenses, o el Brexit, y asombrarnos de cómo las mentiras calan tanto en sociedades informadas hasta crear entre los votantes esas burbujas impermeables a los hechos. Como si no las tuviéramos aquí. Burbujas de todos los tamaños y de todas las composiciones.
La distancia que empieza a apreciarse entre la España real y la España oficial son dos grandes, enormes burbujas en las que unos hacen lo que pueden para no contagiarse y mantener a flote negocios, salarios o salud mental, y otros han decidido convertir en el centro de nuestra conversación pública a una banda terrorista a la que derrotamos hace una década.
Del Consejo Interterritorial de Salud podríamos decir que es una burbuja, pero deben ser 17. Hosteleros y ciudadanos nos preguntamos cómo es posible que Madrid no tenga las restricciones que sí tiene el resto de España y, sin embargo, sus datos sean mejores. Será que, cuando se reúne el Consejo, cada cual habla dentro de su burbuja y no cruzan datos y experiencias para sacar conclusiones prácticas. ¿Por qué si todo va tan bien como cuenta Madrid, las demás comunidades, incluidas las del PP, no aplican su fórmula? No es una pregunta retórica, es una pregunta que necesita una respuesta.
Pese a Dominic Cummings, en su país han hecho una serie, The Crown, con una capacidad maravillosa de cruzar las burbujas donde viven la reina Isabel y sus súbditos más castigados por la vida. Viendo la cuarta temporada, una se pregunta si sería posible hacer algo así en España sobre el reinado de Juan Carlos I, con la crueldad y la compasión que muestra la serie británica hacia la reina, sus vástagos y sus súbditos. Pero qué va, aquí harían falta dos series. Una producida por la burbuja de la crueldad. Y otra, con gran banda sonora, por la de la compasión.
Perdón por la distracción, sigamos analizando la penetración de la mentira y los hechos alternativos en Estados Unidos.
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