Silencio en el metro
Son las ocho de la mañana. El metro lleno. Entre miradas somnolientas y pequeñas cabezadas, algunos escuchan músicas que evocan las libertades de otros tiempos. Otros, frente a la pantalla, teclean. Nadie entra en tertulia. Un cartel nos recuerda que es el tren del silencio. Se pide silencio en el transporte público para reducir los contagios por covid. Una propuesta atractiva para aquellos cansados de los escandalosos, pero una propuesta poco coherente con las imágenes de los convoyes llenos en los que no se pueden respetar las distancias de seguridad. Una medida que no sitúa la raíz del problema. Solo nos hace viajar en silencio, en el mismo silencio que mantiene la decisión de no reducir su aforo ni aumentar la frecuencia del transporte público.
Núria Escribà. Belianes (Lleida)
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