Gran guiñol
Ayuso se mueve por todas las alfombras en el papel de diva, mientras los madrileños asisten al espectáculo entre la risa, el cabreo y la congoja
Madrid es España y España es Madrid. Así lo ha sentenciado la presidenta de la Comunidad, Díaz Ayuso, que habla y se expone como si alguien moviera los hilos de este guiñol político por detrás de las bambalinas. Se trata de una nueva sandez a la que nos tiene acostumbrados esta lideresa cuyos juicios son tan inquietantes como su mirada y su media sonrisa. Pero si lo que dice esta señora fuera cierto, en ese caso la batalla política española se estaría librando como un desafío de igual a igual entre la Puerta del Sol y La Moncloa. En la Puerta del Sol se produjo el levantamiento del Dos de Mayo ; desde el balcón del entonces Ministerio de la Gobernación se proclamó la Segunda República; en ese edificio se ubicó durante el franquismo la Dirección General de Seguridad en cuyos sótanos fueron torturados cientos de demócratas, algunos hasta la muerte; hacia la Puerta del Sol confluyen los gritos y pancartas de protesta desde cualquier punto del territorio nacional; en esa plaza está el kilómetro cero y su reloj da las campanadas de Año Nuevo para todo el país. La energía política que se condensa en esa plaza es demoledora. Alguien habrá convencido a esta lideresa de que si tienes la Puerta del Sol tienes a España entera, lo que te permite fajarte cuerpo a cuerpo con un presidente del Gobierno de izquierdas, quien al fin y al cabo vive en las afueras, en un palacio anodino de falso mármol solo famoso porque allí se rodó La reina del Chantecler en 1962. Puede que algún torvo asesor le haya soplado al oído que el virus que anda descabalgado asolando la Comunidad de Madrid le brinda la oportunidad de ser ella la única protagonista de esta película, como lo fue la Bella Charito. Así se mueve la Ayuso por todas las alfombras en el papel de diva, mientras los madrileños asisten a este guiñol político entre la risa, el cabreo y la congoja.
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