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Columna
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Coronas

No tenemos una monarquía de linaje divino, sino constitucional, y la representan ciudadanos como Felipe y Letizia, quienes en ningún momento se han apeado de su ciudadanía

Félix de Azúa
El Rey Felipe VI y la Reina Letizia, junto con la Infanta Sofía y la Princesa Leonor, en Somao, Asturias (España) el pasado 17 de octubre.
El Rey Felipe VI y la Reina Letizia, junto con la Infanta Sofía y la Princesa Leonor, en Somao, Asturias (España) el pasado 17 de octubre.Jorge Peteiro (Europa Press)

¿Cómo les contarán a los niños, en sus colegios, lo que es una monarquía? Un rey es fácil de explicar, pero la institución monárquica es un artículo tan técnico como las trompas de Falopio. Hay que empezar por distinguir entre los monarcas absolutos y la monarquía parlamentaria, que apenas conserva algún rasgo de las viejas coronas, aunque sí lo más mítico, la herencia de sangre. Es uno de los últimos lugares en donde la sangre humana conserva un carácter mágico y poético.

En España hay una obsesión por las dinastías. Es frecuente que algunos políticos emitan los más chocantes juicios sobre lo que llaman “los Borbones”. Sin embargo, los Borbones ya no pintan nada. No tenemos una monarquía de linaje divino, sino constitucional, y la representan ciudadanos como Felipe y Letizia, quienes en ningún momento se han apeado de su ciudadanía.

No deja de ser curioso que se hable tanto de los Borbones, pero apenas se mencione la dinastía que nos puso en el mapa universal: los Habsburgo. Esta familia centroeuropea se llamó aquí “los Austrias”. Dos de sus reyes, Carlos V y Felipe II, ampliaron España hasta los confines del planeta. El suyo era un linaje de orígenes sanguinarios y (sorprendentemente) suizos. El primero de la saga, Kanzelin (siglo X), nació en Argovia, según Martyn Rady, cuya historia global de los Habsburgo acaba de publicar Taurus.

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Quizás para compensar sus violentos orígenes, los reyes de esa casa fueron fanáticos defensores del catolicismo romano, lo que al cabo les condujo al desastre cuando el norte se hizo protestante y los musulmanes penetraron por el sur hasta Viena. Una tenaza religiosa los estranguló. Lo encantador es que, comparados con los Habsburgo, los Borbones fueron más bien “progresistas”. Ya ves tú.

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Sobre la firma

Félix de Azúa
Nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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