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Columna
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El triunfo de la estupidez

¿Qué científicos asesoran a Ayuso? Convendría que comparecieran

Javier Sampedro
Isabel Díaz Ayuso se pone la mascarilla tras realizar declaraciones en la sede de la Comunidad de Madrid.
Isabel Díaz Ayuso se pone la mascarilla tras realizar declaraciones en la sede de la Comunidad de Madrid.EUROPA PRESS/E. Parra. POOL (Europa Press)

Los periodistas estamos acostumbrados a las discrepancias, las embestidas y las intoxicaciones tácticas o estratégicas, pero hay cosas que no pueden dejar de asombrarnos. La actitud de la derecha durante la pandemia, y muy en particular en la Comunidad de Madrid, es de un descaro nauseabundo, tóxico y candoroso de puro evidente. No es que esa actitud sea inexplicable: es que es tan explicable que da asco. El PP ha perdido tal chorro de votos en favor de Vox que, a modo de tratamiento paliativo, se le ha ocurrido la genialidad de mimetizarse con la extrema derecha para taponar la hemorragia.

Esa es la estrategia de los grandes sesos de la calle de Génova, incluidos los intoxicadores profesionales de siglas oceánicas que quieren impulsar a la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, al dudoso honor de convertirse en una nueva Esperanza Aguirre, espanto de blandengues, liberal en el peor sentido de la palabra y caudilla de la gloriosa cruzada que reconquistará España desde la irreductible aldea de Núñez de Balboa. El ala dura del PP, que ya incluye a políticas hasta ahora tan sensatas como Ana Pastor, está en su perfecto derecho de perpetrar la estrategia electoral que mejor le venga, salvo por una cuestión crucial. Cuesta vidas. Genera penalidad, desigualdad y miseria. Agrava la pandemia y expone a todo el país a un ridículo internacional espantoso, que seguramente no será ideal para el turismo.

Asistimos fatigosamente a la consagración de la mentira como maniobra política. Los sesos de Génova son verdaderamente geniales. Si una sentencia confirma tu culpabilidad en un caso de corrupción —no cualquiera, sino el que te costó el Gobierno— sal y di que eso es una “reparación moral” y santas pascuas. Si tu inutilidad manifiesta en el manejo de la pandemia fuerza al Gobierno a tomar unas decisiones que los científicos no ya es que apoyen, sino que consideran aún insuficientes, etiquétalo de “medida discriminatoria” y vuelve a tu cuartel general a ver si eso ha tenido muchos tuits, porque en caso contrario habrá que subir el volumen. La presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, acabó de bordar la sinfonía asegurando que Moncloa le había impuesto el estado de alarma “a punta de pistola”. Qué referencia tan culta, qué finura dialéctica, qué capacidad de penetración en los problemas complejos.

No creo que haya un solo científico serio que apoye la actitud obstruccionista de la Puerta del Sol. Hasta donde yo sé, todos recomiendan medidas drásticas durante un tiempo corto. Si todos los que pueden se quedan en casa, en dos o tres semanas habremos doblegado los rebrotes virales por debajo de 100 casos por 100.000 habitantes, que es una cifra manejable para el sistema sanitario. Resulta cómico ver a los portavoces del PP, incluido uno que es alcalde de Madrid, hacer un gran caso sobre si la ciudad está por debajo de 500 gracias a sus medidas. Esa cifra sigue siendo una burrada.

El mensaje que emite la derecha es que ellos protegen la economía, mientras que Pedro Sánchez es un dictador que odia a Madrid y solo piensa en yugular su actividad económica. Es falso. Mientras no controlemos la pandemia no habrá descanso para la economía, los puestos de trabajo se perderán a chorro y más años tardaremos en recuperarnos. ¿Qué científicos asesoran a Ayuso? Convendría que comparecieran.

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