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Columna
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¿Por qué no Homero?

En la 'Odisea' hay más que evidencias de machismo, y en la 'Ilíada' el clasismo lo atraviesa todo

Jorge M. Reverte
Pintadas y escrituras sobre la estatua de Cristóbal Colón localizada en el centro de Miami (Estados Unidos).
Pintadas y escrituras sobre la estatua de Cristóbal Colón localizada en el centro de Miami (Estados Unidos).Cortesía (EFE)

¿Y por qué no Homero? En mi caso está claro, y es porque no hay ninguna estatua dedicada a él ni en mi barrio ni en los más cercanos. Pero si la hubiera, yo sería el primero en acercarme hasta ella, arrojarle huevos, tirarle después pintura roja, rodear su cuello de bronce con una soga, y estirar de ella hasta que la representación cayera al suelo. Y después escupiría en su cara, y bailaría una danza triunfal sobre sus carnes convertidas en metal.

Homero se merece eso y mucho más. Porque en la Odisea hay más que evidencias de machismo, y en la Ilíada el clasismo lo atraviesa todo.

Hay pocas estatuas de Homero por el mundo. No recuerdo haber visto ninguna. Pero sí hay ejemplares con la narración de sus historias. Pues quemémoslos. Seamos consecuentes con nuestro progresismo y evitemos que haya rastros en el mundo del legado del gritón ese que fingía no saber que se estaba inventando la literatura y a Odiseo, el individuo que representaba como nadie la libertad.

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A Homero, de todas maneras, le salva solo que no hay nadie que se atreva a ponerle detrás una biografía que permita encontrar en sus actos las mínimas circunstancias exigibles a cualquier persona ejemplar. ¿Y si no podemos quemar a Homero porque desconocemos su casi seguramente sucia historia personal, qué hacemos? Hay muchas opciones, y una de ellas es tirar la estatua de Colón, que ya se ha hecho en América, y se ha intentado en Barcelona. En Cataluña todo depende —como la covid-19 de Lleida— de Quim Torra, a la espera de que los sabios decidan si el virus y Colón eran catalanes. En todo caso, hay suficientes evidencias: Cristóbal Colón era un racista. Que lo fueran también todos (creo) sus coetáneos y que él fuera quien demostró en la práctica que el mundo era como afirmaba Galileo. Eso parece ser irrelevante ahora.

Una carta de más de 150 personas ha puesto en solfa el clima de intolerancia en Estados Unidos. La encabeza alguien tan insoportablemente progresista como Noam Chomsky. Yo quiero estar ahí para intentar salvar la estatua de Colón en Barcelona.

La derecha española intenta ampararse en la carta para reponer las del general genocida, porque es parte de la Historia. Pero las de Franco están bien quitadas, porque son para un tipo que hizo de la intolerancia su credo.

¿Le hacemos una a Homero? Aprovechando los huecos.

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