De reclusión y fiestas
Una luz que se apaga y otra que se enciende. Nuestro mundo desapareciendo y otro que renace. Después de haber tenido renombre y haber asistido a innumerables fiestas rodeado de egos inflados, manipuladores y oportunistas, me he visto obligado a recluirme en casa y sentir el abandono dulce callado de todo. Valorar las pequeñas cosas: aquella tacita deslucida y amarillenta, aquella silla deshilachada, aquellas fotos antiguas, aquellos libros olvidados. Asomarme a la ventana y contemplar el cielo azul y sentir la grandeza y profundidad del ser humano.
Jordi Verdaguer Vila-Sivill. Barcelona
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