Orgullo sin prejuicio
Romper el secretismo y el aislamiento de las comunidades LGTBI+ es la clave para su inclusión
Junio y los meses de verano han pasado a identificarse con un rico calendario mundial de marchas y actos del Orgullo, durante los que hablamos de los prejuicios y de los problemas que afectan a la comunidad LGBTI+. Estas manifestaciones públicas rechazan la discriminación y las desigualdades en todas partes y unen a las comunidades para reflexionar.
Este año, la pandemia de la covid-19 ha cambiado todo. Los actos del Orgullo se llevarán a cabo por internet o tendrán que suspenderse, pero seguimos necesitando su espíritu de solidaridad, inclusión y aceptación. Este es exactamente el momento en el que hay que dar un paso adelante. La pandemia ha intensificado las vulnerabilidades estructurales que ya existían, y las consecuencias sociales y económicas para las minorías serán terribles y posiblemente muy duraderas. Además, más allá de la pandemia, en este momento en el que el mundo está exigiendo el cambio, debemos luchar por un futuro en el que las personas de cualquier origen étnico o racial, orientación sexual e identidad de género tengan la oportunidad de vivir sin sufrir discriminación, injusticias ni malos tratos de ningún tipo. En las últimas décadas, varios países han experimentado avances en este ámbito.
Tras la despenalización de la homosexualidad, un número cada vez mayor de países ha ido aprobando leyes contra la discriminación y contra el odio y hoy reconocen a las familias arcoíris y la diversidad de género. Sin embargo, a pesar de estos avances, ninguna sociedad ha alcanzado todavía la igualdad LGBTI+. Además, sigue habiendo discrepancias entre los criterios legislativos y las realidades cotidianas de la gente LGBTI+. Los prejuicios, los estereotipos y las actitudes tardan mucho más en abordarse y cambiar. Y sigue existiendo el peligro de que se anulen los avances logrados. En efecto, existe ya una reacción negativa, encabezada por los movimientos “antigénero” y de la “familia tradicional”.
Para algunos de nosotros, el hogar no es un sitio seguro. Ni para las mujeres y los niños en situaciones de violencia doméstica ni para los jóvenes que deben vivir en familias hostiles, homófobas o tránsfobas, abusivas e intolerantes.
Por ejemplo, en nuestra intervención con personas y ONG que trabajan en el campo LGBTI+, hemos descubierto que, durante los confinamientos, los jóvenes LGTBI+ que viven en hogares intolerantes han sufrido violencia e incluso han acabado sin un hogar. Las personas mayores LGBTI+ que viven en residencias y no han “salido del armario” han sufrido soledad y exclusión.
Cuando el confinamiento se vive en unos entornos tan hostiles, las personas LGTBI+ pueden verse obligadas a ocultar su verdadera naturaleza para protegerse. Esa presión añadida siempre ah puesto a las personas LGTBI+ en más peligro de padecer problemas de salud mental.
En algunos países, esto se complica porque el acceso a la sanidad para recibir una atención fundamental, por ejemplo los tratamientos contra el VIH y los procedimientos de afirmación de género, se han restringido o se han calificado de “no esenciales”, en detrimento del bienestar de los afectados.
Las personas negras y de minorías étnicas siempre han sido una parte muy dinámica de la comunidad LGTBI+ y tuvieron un papel crucial en los disturbios de Stonewall. Sin embargo, la propia comunidad puede y debe esforzarse en ser más inclusiva. El Orgullo es un gran momento para reflexionar sobre cómo puede la comunidad abordar las desigualdades en su seno y celebrar todos los colores del arcoíris en todos sus matices.
Las redes colectivas de apoyo que se activan en torno al Orgullo proporcionan un balón de oxígeno a quienes experimentan el aislamiento diario. Cuando fallan otros servicios, la comunidad LGTBI+ echa una mano. Hoy, muchos centros comunitarios están cerrados, se han cancelado actos y las organizaciones se enfrentan a serios peligros, mientras se esfuerzan por tener acceso a la financiación, ayudar a sus comunidades y seguir ofreciendo sus servicios.
La Agencia de Derechos Fundamentales de la UE ha hecho público su segundo sondeo LGTBI+ para los Estados miembros. Han participado 140.000 personas LGTBI+. Las respuestas revelan el tremendo aislamiento, la vulnerabilidad y los riesgos que implicaba ser LGTBI+ antes de la covid-19. Demuestra que, a pesar de la gran diversidad de personas pertenecientes a estas comunidades, sigue predominando la experiencia de la discriminación.
La combinación de circunstancias e identidades individuales también influye en las numerosas capas de exclusión que sufren. Por ejemplo, las mujeres, los jóvenes, las personas discapacitadas y los ancianos corren más riesgo. Asimismo, las personas transexuales, no binarias e intersexuales padecen niveles muy superiores de exclusión, acoso y violencia. Por consiguiente, nuestra respuesta debe incluir a todos y ser transversal.
Romper el secretismo y el aislamiento es crucial para fomentar una reafirmación positiva de las vidas LGTBI+. Los gobiernos deben respaldar a estas personas y acabar con el estigma social que sigue habiendo a su alrededor. La aprobación de leyes de igualdad y contra la discriminación, las estrategias nacionales de acción para la diversidad y la inclusión y la creación de espacios seguros son medidas cruciales que no pueden retrasarse más. También deberían aprobarse programas de apoyo a los padres de jóvenes LGTBI+.
Por tanto, los planes de recuperación de la covid-19 deberían reconocer y abordar los prejuicios sistemáticos y las desigualdades que han salido a la luz con esta crisis.
Es importante actuar pronto. Nuestra misión colectiva debería ser abordar la discriminación y sus efectos a largo plazo en nuestras sociedades con la misma determinación con la que estamos luchando contra la pandemia. Romper el secretismo y el aislamiento de las comunidades LGTBI+ es la clave para la inclusión de las personas LGTBI+ que, durante la crisis, están quedando arrinconados y al margen de la sociedad.
A todos los que conmemoráis el Orgullo Mundial este 27 de junio os decimos que estamos a vuestro lado. A los demás os decimos: todos podemos contribuir sencillamente si no olvidamos que somos lo que somos.
Nadie escoge cómo y dónde nace; nadie tiene derecho a prejuzgar y discriminar.
La diversidad es una fortaleza; celebrémosla.
Helena Dalli es comisaria europea de Igualdad; Sir Elton John, cantante, y Sir Ian McKellen, actor. Firman también este artículo David Furnish, director de cine, y Billie Jean King e Ilana Kloss, extenistas.
Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.