8 de marzo
Para la ultraderecha española la mujer sigue siendo la responsable de todo, de la expulsión del Paraíso a hoy
El 8 de marzo de 2020, aparte de las manifestaciones del Día Internacional de la Mujer, se celebraron en España el congreso del partido ultraderechista Vox, las elecciones del de Ciudadanos, innumerables partidos de fútbol (solo a uno de ellos, el Betis-Real Madrid, acudieron 50.000 personas), corridas de toros, conciertos y otros espectáculos, la gente acudió en masa a misa a las iglesias, tomó el aperitivo después, llenó los bares y restaurantes, incluso los teatros y los cines por la noche, pero a la ultraderecha española lo único que le importan son las manifestaciones de las mujeres, a las que considera el principal foco de transmisión del coronavirus. A la ultraderecha española, en su fijación con las feministas, ni siquiera le importa que al día siguiente solo en Madrid 2,5 millones de personas (el País Vasco al completo, en palabras orgullosas de la presidenta Ayuso) viajaran hacinadas en el metro para ir a trabajar.
Para la ultraderecha y la derecha españolas, en su estrategia de acoso y derribo del Gobierno, las feministas son munición pesada, lo que demuestra su poco aprecio por sus reivindicaciones, como ya demostró en anteriores ediciones del 8-M. Si no, ¿por qué no ha denunciado al Gobierno por permitir también ese día la celebración de misas, partidos de fútbol, conciertos y otras concentraciones y solo lo ha hecho por las de las mujeres? ¿Es que Isabel Díaz Ayuso o Ana Pastor, por poner dos ejemplos de mujeres conocidas del PP, se contagiaron en las manifestaciones feministas sin haber participado en ellas? ¿Es que los miles de contagiados y muertos en las residencias de ancianos cogieron también el coronavirus en esas manifestaciones?
La justicia dirá si el delegado del Gobierno en Madrid prevaricó o no por permitir la manifestación del Día Internacional de la Mujer cuando, según los denunciantes, conocía ya su peligrosidad (por cierto, pregunto yo: ¿por qué no han sido imputados también los delegados del Gobierno en otras autonomías que hicieron lo mismo que él?), pero, diga lo que diga la justicia, la ultraderecha española ya ha dictado sentencia: la culpa de la propagación del coronavirus en nuestro país la tienen las feministas. Y, más en concreto, las ministras del Gobierno, por alentarlas y participar en ellas. Que su misma participación sea una prueba de su desconocimiento del riesgo de hacerlo (salvo que, además de feministas, sean idiotas) poco le importa a una ultraderecha cuya consideración del feminismo está a la par del respeto que la mujer le merece más allá de sus declaraciones pomposas de admiración a lo Manolo Escobar o a lo Julio Iglesias.
El 8 de marzo se celebraron manifestaciones feministas en todas las grandes ciudades del mundo sin que se sepa de ningún Gobierno que haya sido denunciado por autorizarlas. Tampoco lo fue el Gobierno británico por permitir dos días después la celebración del partido de Champions Liverpool-Atlético de Madrid, que reunió a 60.000 espectadores en las gradas. Vistas desde la perspectiva de hoy, parece evidente que autorizar esas concentraciones fue una equivocación, pero de ahí a considerarlas intencionadas dista un mundo, el que separa a la oposición europea de la española, que, aparte de acusar al Gobierno poco menos que de asesinato, culpa a las feministas en exclusiva de la expansión del coronavirus, olvidando que el mismo día de sus concentraciones hubo muchísimas otras y demostrando así su animadversión hacia un movimiento que les pone muy nerviosos porque choca directamente con su pensamiento. Para la ultraderecha española, la mujer sigue siendo la responsable de todo, desde la expulsión del Paraíso hasta hoy.
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