La costumbre de generalizar
Hablemos con propiedad, focalicemos los problemas sobre quien los provoca y dejemos de generalizar sobre razas, religiones, patrias o sexos. Dejemos de ser ridículos y atrevámonos a hablar con hechos reales; por ejemplo, si vemos flotando en un río cristalino tres botellas, no es que la sociedad sea guarra, guarras han sido las personas que han tirado las botellas.
Manu Ballesteros Rodríguez. Bilbao
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