Laura Bozzo: “Cruzo las piernas y se me salen las bolas, porque no tengo miedo a nada”
La exitosa y polémica conductora de televisión presenta ‘Laura Bozzo’, un documental “sin censura” sobre su vida narrado por su entorno íntimo y a través de material de archivo inédito


Laura Bozzo nació sin filtros. Desde que era niña, en el seno de su familia de ascendencia italiana, trataron de corregirla. Su madre le decía que “en boca cerrada no entran moscas”. Hasta le ponían chile, pero no había forma de que se quede callada, según recuerda en una videollamada desde su departamento en Acapulco, donde vive hace nueve años. La presentadora de televisión, que se define a sí misma como “la más vista y querida en América”, se ha reinventado en cada una de sus resurrecciones. Esta vez regresa fiel a su esencia, “sin censura”, con un documental sobre su vida. Uno que titula como su nombre y que ya se encuentra disponible en la plataforma digital Vix.
El documental Laura Bozzo ofrece una mirada sin precedentes a la vida personal y profesional de la controvertida conductora de televisión, cuya carrera ha marcado la industria latinoamericana durante más de tres décadas. A través de material de archivo inédito, entrevistas exclusivas y acceso a su entorno íntimo, la producción revela aspectos desconocidos de su historia.
A sus 74 años, Bozzo, nacida en Callao, Perú, continúa en la mira del público. Con esta nueva producción, busca motivar a su audiencia, que suma más de dos millones de seguidores en la red social TikTok, donde se refieren a ella como “la tía loca”, “la mamá” o “la momia”, una broma recurrente con sus fans. “Nos reímos juntos”, admite.

Durante muchos años hizo que la gente “abriera su corazón” en su programa Laura en América y que contaran las cosas más terribles y dolorosas. Entonces, ella sintió una deuda por hacer lo mismo. “Quiero que la gente vea más allá de Laura Bozzo. Quiero mostrar ese otro lado mío que nadie conoce y enseñar que a cualquier edad uno puede volver a empezar de cero”, explica.
Bozzo, antes de transformarse en “el monstruo más grande de Latinoamérica” —con cifras de audiencia de siete millones de televidentes diarios—, se consideraba una “abogada y catedrática seria”, con un doctorado en Derecho y Ciencias políticas en la Universidad Nacional Federico Villarreal, en Perú. “Con yate y mayordomo desde la cuna”, creció escuchando sobre los maltratos que recibían las trabajadoras de su hogar por parte de sus parejas. Eso la impulsó a querer defenderlas, por lo que se considera una precursora de la defensa de los derechos de la mujer.
Un éxito continental
Como un huracán de la pequeña pantalla y a base de gritos, como “¡Que pase el desagraciado!” —una frase icónica contra hombres golpeadores, alcohólicos o violadores, entre otros tantos—, la presentadora se convirtió en lo que ella denomina “un monstruo por ayudar a las mujeres”. “Todo el mundo me decía que estaba loca por decir las cosas que yo decía en televisión allá en los noventa. Me miraban como si fuera la bruja de Salem, porque Perú es un país donde, obviamente, el machismo en esa época era espantoso. Me siento orgullosa de haber enfrentado todo eso”, elabora.
No se considera famosa, a pesar de haber sido un éxito en su país de origen, en Sudamérica, Centroamérica, México y entre el público latino en Estados Unidos. Presume de haber superado en cifras de audiencia a la periodista cubano-estadounidense Cristina Saralegui, de apoderarse en su paso por TV Azteca de la franja de las 17.00, el horario de telenovelas en Televisa, cadena que la contrató posteriormente y donde también terminó su ciclo en la televisión. De sus exempleadores dice que solo igualan sus cuotas de pantalla con el reality La Casa de los Famosos.
Afirma que a lo largo de los años ha habido muchas “parodias de Laura”. Ninguna con la esencia de su programa, al cual defiende con fiereza sin prestar atención a las acusaciones que ha recibido de “amarillismo”, “mediocridad”, “incitación a la violencia” e incluso de montar e inventarse casos.
“No contesto con palabras, sino con obras. Nadie habla de las brigadas que llevamos con computadoras para niños donde no tenían acceso a nada. Nadie habla de la cantidad de hombres que metimos presos por abuso. Yo no te voy a decir que todo fue 100% real, porque eso escapa de mis manos, pero más de una vez yo misma dije ‘es falso’ o ‘no les creo’ al aire”, aclara.

Aunque sí entona un mea culpa y admite que durante las emisiones de Laura en América, y sus distintas versiones, hubo excesos en algunos casos. “Soy muy gritona e histérica, lo reconozco. Yo soy así. Me mata la injusticia y cuando veo algo que no es, me pongo como un animal”, precisa.
“Primero hablo, después pienso”, admite. Es algo que no puede evitar. Es una lucha contra sí misma y eso también le ha costado caro. Como con su aprehensión en 2002, cuando un juez peruano emitió una orden de detención en su contra por una presunta colaboración con el Gobierno del exautócrata Alberto Fujimori. Según la corte, Bozzo recibió tres millones de dólares del principal hombre del expresidente, Vladimiro Montesinos, para hacer campaña a favor del entonces mandatario. “Viví lo que fue el terrorismo de Sendero Luminoso. Por eso admiré a Fujimori y Montesinos por cómo actuaron frente a esa situación. Más nada”, dice ahora.
Para ella es difícil ignorar la sombra del entonces presidente, Alejandro Toledo, en los tres años que pasó aprisionada en su estudio de televisión acusada de enriquecimiento ilícito. El ahora expresidente, condenado a más de 20 años de cárcel por corrupción en 2024, fue rival de Fujimori en los comicios y Bozzo lo expuso en su programa por no reconocer a una hija fuera del matrimonio.
Los peligros de la política
Su madre le advirtió que no se metiera en política. En retrospectiva, ahora se arrepiente y cree que debió escucharla, pero hubiera sido ir en contra de su naturaleza. “Cruzo las piernas y se me salen las bolas, porque no tengo miedo a nada. Me enfrenté a un presidente del Perú y le saqué a su hija no reconocida. Estoy feliz con las plataformas y con las redes, porque las cadenas me tienen pánico”, continúa.
Otro momento que marcó en su vida fue cuando una auditoría del Servicio de Administración Tributaria en México la puso por segunda vez contra las cuerdas de la justicia. Una deuda de casi 13 millones de pesos (unos 613.000 dólares) resultó en una orden de captura por la Interpol y que permaneciera escondida en el país durante tres meses hasta que pagó una parte.
Sostiene que una de las cosas de las que más se ha arrepentido es haber confiado en personas que la utilizaron y nunca tuvieron piedad en estafarla. Eso también lo explica en el documental. Cómo su excesiva confianza en sus contadores la puso en esa situación, según ella. “Lo más importante es el talento. Mientras yo lo tenga, la parte económica la hago o la deshago, pero el haber confiado, eso a veces me lo cuestionó mucho y me arrepiento”, señala.
Para Bozzo era fundamental tener pluralidad de voces en el documental. En el metraje, desfilan desde su exnovio, el cantante argentino Cristian Zuárez, con quien estuvo 16 años; su hija Alejandra de la Fuente; colegas, tanto los que la respetan como los que la aborrecen, y hasta las autoridades que siguieron la investigación de su caso en Perú. La polémica conductora buscaba entregar “algo real”.

“No soy Santa Laura, ni mucho menos. Soy una loca de mierda. He tenido errores como todos los seres humanos. No quería hacer un documental de alabanza, esa mierda no me interesa para nada. Sí quiero inspirar, no puedo estar hablando solamente de la parte buena, porque también hay partes malas. Soy auténtica y moriré así”, sostiene, aunque ese día todavía no se asoma ni por si acaso en la cabeza de Bozzo.
Confiesa que es hiperactiva y con una “energía brutal”. Dice que necesita trabajar como si fuera oxígeno para su pulmón y para alejar la depresión que a veces le ataca. Aunque sí ha decidido que cuando llegue el momento de dejar la vida terrenal, quiere descansar en Acapulco, donde está su corazón en México, un país que adora por cómo la recibió.
Mientras, ya piensa en algunas ideas para un pódcast o un programa para plataformas digitales. Como “la reina” de la televisión, siente que ese medio ha perdido la magia y que aburre con tanto contenido prefabricado. Bozzo no concibe vivir en paz y lejos de los reflectores como un estilo de vida. Entre manos ya tiene un proyecto en desarrollo que titula Escándalo. En este nuevo producto, la abogada invita a conocer casos, desde asesinatos hasta impostores que estafan a las mujeres en línea, de la mano de entrevistas, dramatizaciones y un hilo narrativo llevado por ella misma.
“Esta loca no va a cambiar. Pensé que con los años me iba a volver más normal, que voy a encontrar paz, equilibrio, pero no. Pasan los años y es peor”, afirma entre risas.
— Entonces, ¿hay todavía desgraciados para exponer?
— Hasta que me muera. Creo que me voy a ir gritando “¡Que pase el desgraciado!” y... me quedo muerta.
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