_
_
_
_

De chófer a líder de 100.000 petroleros: el liderazgo sindical de Carlos Romero Deschamps

El todopoderoso dirigente sindicalista murió a los 79 años alejado de los reflectores y dejando atrás una decena de indagatorias por supuestos actos de fraude, enriquecimiento ilícito y lavado de dinero

Carlos Romero Deschamps en Ciudad de México, en 2016.
Carlos Romero Deschamps en Ciudad de México, en 2016.Saúl López (Cuartoscuro)
Karina Suárez

Carlos Antonio Romero Deschamps pasó de conducir una pipa petrolera (un camión cisterna) a liderar por 26 años a más de 100.000 trabajadores sindicalizados de Petróleos Mexicanos (Pemex). Estudió la licenciatura en Contaduría por la Escuela Bancaria y Comercial en su natal Tampico, en el Estado de Tamaulipas, pero nunca ejerció. Hijo de un ferrocarrilero, Romero Deschamps emigró a Salamanca (Guanajuato), ciudad donde uno de sus primos le consiguió una plaza temporal en la refinería de Pemex en la ciudad, tenía apenas 26 años. En esa ciudad conocería a la que sería su esposa, Blanca Rosa Durán y al hombre que lo encumbraría en la industria petrolera: Joaquín Hernández Galicia La Quina, el entonces líder del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (SPTRM).

Bajo el amparo de La Quina, quien también nació en Tampico, Romero Deschamps, pasó de conducir el automóvil del líder sindical a organizar asambleas y a administrar algunos de los bienes del sindicato. En paralelo, ya afiliado al Partido Revolucionario Institucional (PRI), comenzó una carrera política como diputado del Distrito Federal para los periodos de 1979 a 1982 y luego de 1991 a 1994. Su ascenso final ocurrió cuando Hernández Galicia fue encarcelado durante el mandato del priista Carlos Salinas de Gortari, en 1989. Aunque en un primer momento fue designado Sebastián Guzmán Cabrera, secretario general de la sección 10 de Minatitlán, finalmente Romero Deschamps ocupó el máximo puesto sindical en 1993.

Al frente de uno de los sindicatos clave de México, a Romeo Deschamps le tocó administrar la bonanza de Pemex, años en los que la producción rebasó los tres millones de barriles diarios. Una abundancia que no escapó a las sombras de la corrupción y el desvío de recursos para el partido en el que militaba desde 1961, el PRI. En el año 2000 estalló uno de los escándalos más sonados al descubrirse un supuesto desvío de recursos de Pemex al sindicato para la campaña presidencial del entonces candidato priista, Francisco Labastida, caso que se conoció como el Pemexgate. Su fuero como diputado y senador, además de una andanada de amparos, lo libraron de todas estas acusaciones.

Miembros de la Coalición Nacional de Trabajadores Petroleros piden el encarcelamiento de Romero Deschamps, en septiembre de 2003.
Miembros de la Coalición Nacional de Trabajadores Petroleros piden el encarcelamiento de Romero Deschamps, en septiembre de 2003.Jorge Alvarado (Cuartoscuro)

Durante años, los medios mexicanos exhibieron la vida ostentosa de él y su familia: viajes, yates, relojes finos, las casas de Acapulco y Cancún o el Ferrari que manejaba su hijo, un secreto a voces. Romero Deschamps podía presumir de viajes a Canadá y Noruega, en tanto lideraba al gremio sindical y de paso, ostentaba su cargo como senador en el Gobierno de Enrique Peña Nieto (2012-2018). El tamaño de su fortuna siempre fue cuestionado por trabajadores disidentes de Pemex. Las interrogantes sobre la procedencia de su fortuna, archivadas durante los sexenios de Vicente Fox y Felipe Calderón, resurgieron con esta Administración y derivaron en al menos 12 indagatorias por supuestos actos de fraude, enriquecimiento ilícito y lavado de dinero.

Acechado por la estela de corrupción, finalmente, presentó su renuncia a la dirigencia sindical en octubre de 2019. Lejos de los reflectores, el otrora poderoso líder sindical optó por el bajo perfil en sus últimos años de vida. Sin embargo, para algunos de los trabajadores de la petrolera la impronta de su gestión como un cacique del sindicato, unidireccional y sin democracia, sigue presente. La ingeniera Silvia Ramos, trabajadora de Pemex desde 1985, relata que conoció a Deschamps cuando él era dirigente de la sección 35 en Tula, Hidalgo. “Los aumentos salariales eran buenos, las prestaciones laborales eran buenas y además había mucha impunidad, los trabajadores manuales podían hacer lo que fuera y el sindicato los defendía. Después del quinazo (el encarcelamiento de Hernández Galicia) el sindicato siguió su rutina, sin asambleas, sin democracia sindical, pero la gente estaba tranquila porque continuaba la venta de plazas, el huachicoleo al por mayor, como ocurría en todos los sindicatos charros”, narra.

Emilio Lozoya, entonces titular de Pemex y el senador Carlos Romero Deschamps en la plenaria de senadores del PRI y PVEM, en 2014.
Emilio Lozoya, entonces titular de Pemex y el senador Carlos Romero Deschamps en la plenaria de senadores del PRI y PVEM, en 2014.Saúl López (Cuartoscuro)

La ingeniera y también exsecretaria general de la Unión Nacional de Técnicos y Profesionistas Petroleros (UNTyPP) explica que al interior de Pemex se desarrolló un sistema de control a través de las plazas y de las plazas de familiares, bajo el amago de que los trabajadores sindicalizados perderían esta importante prerrogativa si se rebelaban contra su dirigente. “Son más de 80 años sin organización, sin entender para qué sirve el sindicato, no hay conciencia de clase, ni amor a la empresa”, acusa.

El investigador de la UNAM y coordinador del Observatorio Nacional de la Reforma Laboral, Alfonso Bouzas Ortíz, califica a Romero Deschamps como el último capo del sindicalismo corporativo en México, representante de la vieja escuela sindical. “Llegó por designación presidencial, se dedica a estar bien con el aparato del Gobierno como un sindicato clientelar, donde los trabajadores reconocían a la dirección, en tanto que la dirección les otorgaba prebendas. Cualquier cosa podemos decir, menos que no obtuvo votos mayoritarios, lo que está a discusión son los métodos a los que recurrió, de forma clientelar, a través de algún espacio laboral para un familiar, de un préstamo económico o reducciones de jornada”, señala.

Deschamps en un acto protocolario de Pemex, en Ciudad de México en 2016.
Deschamps en un acto protocolario de Pemex, en Ciudad de México en 2016.Sáshenka Gutiérrez Sáshenka Gutiérrez (EFE)

Para Diego García Saucedo, experto en materia laboral, el liderazgo de Romero Deschamps estuvo marcado por la opacidad que en esos años se permitía a los sindicatos en el manejo de cuotas patronales y sobre las prestaciones que no estaban sujetas a auditorías. “Abusó mucho de la falta de fiscalización sobre las cuotas obrero-patronales y en una empresa tan grande como Pemex se creó mucho descontrol”, zanjó.

“Don Carlos”, “El líder”, como le escucharon llamar en numerosas asambleas o en algún acto alusivo a la expropiación petrolera, ha muerto este jueves, a los 79 años, tras sufrir un infarto. Aunque estuvo alejado de la escena política y laboral en sus últimos años, su impronta en Pemex, dicen quienes trabajaron a su lado, se mantiene y algunos con menos optimismo afirman que aún faltan años para que la verdadera democracia sindical llegue a las puertas de la paraestatal.

Suscríbase aquí a la newsletter de EL PAÍS México y reciba todas las claves informativas de la actualidad de este país

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_

Sobre la firma

Karina Suárez
Es corresponsal de EL PAÍS en América, principalmente en temas de economía y sociedad. Antes trabajó en Grupo Reforma. Es licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y Máster de periodismo de EL PAÍS.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_