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La vida de las fotografías de Nadja Massün después de su muerte

El trabajo de 20 años de imágenes de la artista audiovisual comienza un nuevo camino a través de un libro y una exposición después de su fallecimiento

Erika Rosete
Nadja Massün: Noche de estrellas, Oaxaca
Noche de estrellas, Oaxaca, 2017.Nadja Massün

La inauguración de la exposición fotográfica Encuentros afortunados, solo dos días después de la muerte de la autora, Nadja Massün, fue eso, un encuentro marcado de una extraña pero poderosa unión entre la muerte y el inicio de algo. Cincuenta imágenes cuidadosamente elegidas por la autora y acompañadas por el trabajo de los museólogos Marco Barrera y Karen Cheirif, y de una decena de escritores, enmarcan la muestra de esta artista, cuya obra, hasta ahora, había sido poco conocida en México. Además, la edición del libro Nadja Massün, por la editora y ensayista mexicana Carla Zarebska conforman este esfuerzo colectivo para que la vida de las fotografías de Massün emprenda un nuevo inicio.

Una de sus dos hijas abrazaba a su padre, tendidos en la cama. De frente a ellos, Nadja decide fotografiarles. Era Oaxaca, en 1999, y esa fue la imagen con la que inició, inamoviblemente, su camino por la fotografía. Así lo ha relatado Carla Zarebska, quien editó el libro sobre la obra de Massüm. “La primera foto es esa. Cuando le pregunté por qué la había elegido para comenzar con ella, me dijo que era ahí, con esa imagen, con la que empezó a tomar fotos”, cuenta. Nadia Massün es un libro que contiene parte de la producción fotográfica de la artista y que empezó por “la desesperación de que Nadja estaba muriendo”. “Lo editamos juntas. Fue fortuito”, relata Zarebska, quien desde septiembre pasado ha trabajado intensamente para que la obra de su amiga pueda ser conocida y valorada. “Lo que yo quiero es que eso que ella dejó y lo que está ahí, sin curar, lo trabajemos y salga. Es una visión femenina muy especial que no tuvo oportunidad de mostrar”.

Las fotografías de Massün son sus encuentros con el mundo, con los seres humanos y sus formas de vivir, de sentir y de pensar. Poseen una intimidad extraña, pero nunca intrusiva ni incómoda, que permite a los espectadores sentirse parte de un momento inmortalizado y muy personal. Marco Barrera, museólogo encargado de curar la exposición recientemente inaugurada, describe las imágenes elegidas en el Museo Archivo de la Fotografía de Ciudad de México como un compendio de episodios que casi nunca sabemos que dejarán huella en nuestra memoria. “Tenemos encuentros todo el tiempo, pero no todos tenemos la sabiduría de mirarlos y de reconocerlos como afortunados”. El artista se dice orgulloso del trabajo que lograron a contra tiempo y con nada más que la entrega total de Massün para dejar lista su muestra. “Fue muy impactante trabajar con alguien que sabíamos que estaba planeando la exposición para despedirse”, dice.

Otras voces potentes de la fotografía mexicana como Graciela Iturbide o Antonio Turok han lamentado la muerte de la fotógrafa franco-húngara que se quedó a vivir en Oaxaca para nunca irse. Turok, uno de los grandes exponentes del registro documental, asegura que a Massün “le faltó tiempo” para que su obra fuera conocida y que empezó un poco tarde: “Admiro y admiré siempre a Nadja, porque tenía un espíritu libre, combativo, y porque siempre hizo lo que quiso hacer. Me da una enorme tristeza porque sí amaba ella la foto, a lo mejor más que yo”, recuerda entre risas, y mientras un cortejo de familiares y amigos bailan y cantan en honor a la fotógrafa.

Pero Graciela Iturbide no concuerda con eso. Asegura, como todos, que se ha muerto una gran mujer, y que se ha ido demasiado pronto. “Yo no creo que haya empezado tarde. Llegó tarde a que el público conociera su obra, pero su obra está desde hace mucho tiempo, y es maravillosa. Pienso que una vez que se dé a conocer, se va a valorar muchísimo”, dice.

Nadja Massün murió el pasado 10 de mayo en Ciudad de México, tras padecer una enfermedad que acabó con su salud de forma rápida e inesperada. Antes de morir, Massün apuró la preparación de su exposición y, acompañada de un nutrido y fiel grupo de amigos, familiares y colaboradores, dejó para la posteridad un libro con parte de sus fotografías de vida, entre las que figuran las de sus muchos viajes por el mundo, pero también las que sacó a sus hijas, y a los seres que la acompañaron y por los que sentía un profundo amor y cariño. Fue ella y Zarebska las que eligieron las imágenes que conforman el libro, del que se imprimieron 50 ejemplares fabricados en Santa María del Tule, Oaxaca, en el taller Repro.Gráfica S.C., de Manuel García y encuadernado por Leticia García. Una segunda edición ya está disponible.

Karen Cheirif, también curadora de Encuentros afortunados, ve una gran lección en la vida de Massün: “Eso de dejar hasta el último aliento y la última gota de energía de tu vida en compartir tu visión del mundo, es algo que nunca olvidaré”. La muestra puede ser visitada hasta el próximo 7 de agosto, en el Museo Archivo de la Fotografía, en el centro histórico de la capital mexicana; y el libro Nadja Massün puede ser adquirido a través de la editorial de Zaresbka, Cooperativa La Joplin.

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Sobre la firma

Erika Rosete
Es periodista de la edición mexicana de EL PAÍS.

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