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El regreso al origen en la versión 41 de la FIL en Oaxaca

La feria del libro de Oaxaca, una de las más importantes de la literatura latinoamericana en México, regresa al espacio público y promueve discusiones sobre el pasado del país y la región

Feria Internacional del Libro de Oaxaca Juan Gómez Bárcena, Rachel Kushner, Emiliano Monge,  Natalia Sánchez Loayza, Kim Gordon y Gabriela Wiener.
De izquierda a derecha, Juan Gómez Bárcena, Rachel Kushner, Emiliano Monge, Natalia Sánchez Loayza, Kim Gordon y Gabriela Wiener.
Camila Osorio

Hace 41 años, un maestro llamado Ventura López Sánchez —indígena mixteco de San Sebastián Yutanino, Oaxaca— decidió darle un impulso más a su compromiso por mejorar la lectura entre los más jóvenes en el Estado. Ya había ayudado a crear una cooperativa en la ciudad de Oaxaca (Proveedora Escolar, hoy la librería con mayor antigüedad) para dar materiales a todos los profesores y estudiantes del Estado, y a fundar una Unión de Libreros para enlazar a librerías independientes. Pero en los años setenta le añadió un grano más a sus esfuerzos impulsando en el espacio público la primera feria del libro de Oaxaca, hoy conocida como la FILO, una de las más importantes de la literatura latinoamericana en México.

“Él lo que hizo fue sacar los libros a la calle porque las librerías son espacios a los que no todos tienen acceso”, cuenta Vania Reséndiz Cerna, directora de la FILO, sobre López Sánchez. La feria, que inicialmente estaba en la alameda central y luego se mudó a parques y espacios peatonales, creció enormemente convirtiéndose en una de las más importantes del país. Pero en los últimos años, por su enorme tamaño y presupuesto, terminó más bien guardada en espacios privados, especialmente en el Centro Cultural y de Convenciones de Oaxaca, lejos del centro histórico que la vio nacer. El año pasado, por la pandemia, se mudó a la web: los altos casos de contagios solo permitieron una versión digital. Pero este año, con un presupuesto reducido y exigentes reglas sanitarias, la FILO quiere volver a su versión original: al aire libre y en el centro histórico.

“Así que dijimos: ¿por qué nos volvemos a los orígenes? Eso quiere decir regresar al centro histórico y a los municipios aledaños”, dice Reséndiz Cerna sobre el título de la FILO este año, Orígenes. La versión 41 de la FILO empieza este viernes con eventos en el centro histórico y una conversación en la que estarán de Kim Gordon (cantante de Sonic Youth) y Rachel Kushner (autora norteamericana) en una explanada de Teotitlán del Valle, un municipio aledaño a la ciudad donde la lengua materna no es el español ni el inglés, sino el zapoteco. “Esta feria va a ser muy peculiar por eso, porque queremos retornar a los orígenes y eso implica retomar el espacio público”, dice la directora.

La FILO, además, se está financiando este año en su mayoría con dinero público. En ferias pasadas, el 50% de sus recursos provenían del Gobierno Federal, del Estado y del municipio, y el otro 50% de donaciones por privados. “En la pandemia todos, públicos y privados, están más cautelosos con el uso de los recursos”, admite la directora. Así que si en el 2019 pudieron organizar 500 eventos, este año tendrán 250; y de 300 invitados internacionales que tuvieron en 2019, este año vendrán solo 100. “Son menos pero es como si fuéramos recomenzando, volviendo al origen para ver a futuro, volvemos poco a poco”, añade la directora.

Los otros orígenes de la FILO

Aunque el tema central de la FILO es Orígenes en honor a la expedición en el espacio público del profesor Ventura López Sánchez, varios de las discusiones y los libros que se presentan por primera vez girarán en torno a preguntas por un origen mucho más cercano a los libros de historia.

Los escritores Emiliano Monge y Juan Gómez Bárcena, por ejemplo, estarán en una discusión sobre los 500 años desde la caída de Tenochtitlan y 200 años desde la independencia de México. Bárcena, escritor español, presentará en la FILO su libro Ni siquiera los muertos en el que un soldado de la conquista llamado Juan busca capturar a un indígena rebelde, también llamado Juan. “El análisis del pasado, cuando es profundo, nos da claves para comprender el presente”, dijo Bárcenas a El PAÍS hace unos meses. El historiador mexicano Pedro Salmerón estará presentando su libro sobre el mismo tema en otra mesa (La Batalla por Tenochtitlan), mientras que la lingüista Yásnaya Aguilar estará con la historiadora norteamericana Camila Townsend discutiendo la historia de La Malintzin, aquella traductora de Hernán Cortés que injustamente fue perfilada en la historia de México como traidora.

Una de las novedades editoriales en la FILO y que apela a los orígenes prehispánicos y post-independencia es Huaco Retrato. En esta nueva novela de la escritora peruana Gabriela Wiener, la autora busca en la historia de su tatarabuelo, Gabriel Wiener, un austríaco que hace más de un siglo saqueó momias y reliquias indígenas en Perú para exponerlas en París. “Mi identidad marrón, chola y sudaca intenta disimular la Wiener que llevo dentro”, confiesa ella en este libro que va de indagar sobre su tatarabuelo, al racismo científico del siglo XIX, a la infidelidad matrimonial de su padre, o a su identidad como sudamericana en España.

Además, la escritora joven homenajeada este año en la FILO también tiene una nueva propuesta sobre los orígenes: la peruana Natalia Sanchez Loayza, ganadora del premio Aura Estrada de la feria, y seleccionada entre 305 escritoras que enviaron sus trabajos desde 15 países de América Latina. Su manuscrito de no-ficción –que aún no tiene título ni fecha de publicación– trata la historia de sus abuelos y su padre en un barrio pobre de Lima llamado Nueva Esperanza, pero es una reflexión más profunda sobre cómo los espacios y experiencias dolorosas en América Latina construyen identidad. “Por supuesto es sobre historia fundacional de mi país” y “una contribución a la memoria colectiva”, dijo la autora cuando se anunció el premio.

Desde el 2009, la FILO premia cada dos años a una escritora entre 18 y 35 años con este premio, en honor a Aura Estrada, escritora fallecida en 2007 en las playas de Oaxaca (su pareja, el escritor Francisco Goldman, contó su historia en el libro Di Su Nombre y es uno de los jurados del premio). Entre las ganadoras de años previos está, por ejemplo, la colombiana Vanessa Londoño, que este año también presentará en la FILO su última novela, Asedio Animal, otra búsqueda por los orígenes: cuatro historias en las que las memorias de la interminable guerra en Colombia asedian a los personajes en la costa Caribe del país.

No importa a qué mesa se mire, la FILO este mes estará desterrando orígenes, memorias o historias de América Latina, y regresando a su lugar original: el espacio público. Para los que no asistan a Oaxaca seguirá existiendo la otra alternativa, menos pública pero sí gratuita: Facebook Live.

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Sobre la firma

Camila Osorio
Corresponsal de cultura en EL PAÍS América y escribe desde Bogotá. Ha trabajado en el diario 'La Silla Vacía' (Bogotá) y la revista 'The New Yorker', y ha sido freelancer en Colombia, Sudáfrica y Estados Unidos.

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